Denuncias de acoso y abuso sexual en la UNIMINUTO de Villavicencio
El cartel de las calificaciones
#Investigación
13/12/2023
Por: José Vargas
El acoso a Patricia*
¿Y si le pongo un cuatro? –dijo el acosador con cara y mirada lasciva observando a su víctima, una mujer de 24 años, estudiante de comunicación social y periodismo a la que llamaremos Patricia. La charla tiene lugar en la sede de la UNIMINUTO en Villavicencio, Meta; corría el inicio del segundo semestre académico del 2023 y Patricia estaba a punto de vivir un episodio de acoso sexual por parte de un profesor, figura que ejerce un grado de poder simbólico sobre los y las estudiantes. Él hombre, ella mujer. Él profesor, ella estudiante.
Él decidido, ella asustada. Él respaldado por el sistema, ella vulnerable desde antes de nacer. El patriarcado jugando duro.
“Me llegó un mensaje de WhatsApp de un número desconocido, a mí se me hizo raro porque normalmente no recibo mensajes así, casi siempre son de mis amigos o familiares”. Al otro lado del teléfono estaba el profesor Juan Pablo Latorre y le estaba ofreciendo a la estudiante una “oportunidad” académica para participar de un proceso de investigación que quizás le daría algún tipo de rédito. El docente escribe al teléfono, lo que evidentemente no tiene nada de malo, aunque pudo ofrecer el proceso en persona y en el aula de clases y no por WhatsApp y mucho menos llevando la conversación a otro lugar, tal como lo denunció Patricia.
El espacio académico de carácter investigativo tenía lugar los martes y los jueves de 2:30 p.m. a 4:00 p.m. “No ‘profe’, yo en ese horario no puedo. Tengo clases”, le responde Patricia a Latorre sintiendo ya un poco más de confianza. “¿Qué me das y te cambio el horario?”, respondió el docente. La denunciante en conversación sostenida con este medio de comunicación dice que el profesor -al que conoció el semestre anterior- le parecía estricto y que llevaba una relación cercana con sus alumnos, sin sospechar nada extraño.
Con el avance del semestre y ante unas calificaciones no muy destacadas para Patricia, reaparece Latorre con un ofrecimiento para “ayudarla”. “Yo le pedí que me pusiera un cinco, así como en broma” dijo Patricia cuando cuenta que el profesor entre charla y charla le dijo que se pusiera la nota que quisiera. “¿Y por qué no un cuatro?”, le respondió el profesor directamente a Patricia, probablemente con un sentido diferente, aquel número cuatro y su significante lascivo no lo sospechaba la estudiante, pero pronto todo iba a quedar muy claro.
Latorre le ofrece a Patricia una tutoría, una especie de encuentro que inicialmente no levantó sospechas en la joven porque su uso es muy frecuente, pero al interior de las universidades, no afuera, no en la noche y no en la casa del profesor. “Yo le dije que los lunes y los viernes porque esos días no tenía clases y ahí en la cafetería o quizás en un salón de clases”, afirmó Patricia. “Y ahí fue cuando me hizo el ofrecimiento, me dijo todo”. La voz de la estudiante que hasta ese momento de la entrevista había estado raramente tranquila y muy fluida se puso muy lenta, pero por pocos segundos, tomó aire y siguió. “Me miró y me dijo que la tutoría tenía que ser en la casa de él y el domingo o en la noche, pero en su casa”. La joven continúa hablando diciendo que inicialmente le dio algo de risa, como con timidez, pero que tras un breve espacio se dio cuenta de que el asunto era en serio y entre líneas el mensaje del profesor era muy claro.
“Yo le respondí que no, que eso se prestaba para malos entendidos”, dijo Patricia, reconociendo que en ese momento había comprendido de qué se trataba el asunto. “Voy a ser honesto contigo, tú me gustas, me gustaría conocerte más”, le dijo el profesor con la mirada puesta casi en otra parte, como con algo de incomodidad, como el que dice algo en serio, pero con frialdad. Después de un silencio incómodo, Latorre trata de llevar la situación a un espacio más favorable para él, “yo interpreté mal las cosas”, lo dice con la clara intención de ablandar el momento.
“Yo pensaba que eso iba a ser el final de la conversación, pero volvió a insistirme con el tema de ir a su casa y el domingo”, dice Patricia ya con voz de enojo. ¿Entonces, el domingo o qué? Dijo el profesor con más insistencia y clavándole la mirada a la estudiante que tenía la cabeza hecha un mar de confusión, con sensaciones de rabia, miedo, nervios y sin saber qué más decirle al hombre que no le hizo una propuesta directa y de tipo sexual y que nunca le escribió esas cosas, todo fue en persona y con mucha serenidad, pero no hacía falta que fuera directo, la invitación a su casa era más que diciente.
Ante el rechazo por parte de Patricia, Latorre le dijo que se había confundido, que él había creído que ella también gustaba de él y le pidió que la situación se quedara entre ellos, que no trascendiera. Para la mujer todo quedó ahí, hasta que meses después se enteró de que la misma situación la estaba viviendo una compañera bajo el mismo modus operandi: una mujer con bajas calificaciones y con Latorre ofreciendo tutorías en su casa, los fines de semana y en horas de la noche. Fue ahí cuando Patricia decidió denunciar ante la universidad a su acosador.
Patricia cree que en las denuncias que se hacen en la UNIMINUTO la víctima queda muy expuesta, porque sospecha que el profesor tuvo acceso a la información de quién lo había denunciado, esto es porque una vez se radica el documento, a los días Juan Pablo Latorre cambia notablemente en clases con ella y con otras mujeres. Y es que la Corte Constitucional sostiene en su sentencia T-455 de 2022 que es indispensable el anonimato de la o el denunciante, con la intención de protegerlos ante los agresores.
Patricia termina la entrevista diciendo que no sabe qué pasó con su denuncia, que no confía en la universidad ni en sus directivas y que teme que este caso quede archivado y olvidado institucionalmente.
El abuso sexual por coerción a Marcela*
“Usted no es boba, usted sabe lo que quiero”. Juan Pablo Latorre miró a Marcela de la manera más depravada que ella ha recibido en su vida, hacía mucho calor, la cafetería de la universidad -el lugar del encuentro- estaba vacía y la estudiante había llegado al sitio porque el profesor la había citado para ver maneras de “mejorar” sus calificaciones. “¿Cómo quieres que solucionemos este problema?” Prosiguió el hombre. Latorre, decidido a todo, aprovechando su posición de poder -profesor a estudiante- y con el contexto desfavorable en el que ella estaba por ir perdiendo la materia le lanzó la propuesta, la misma que muchas ya habían recibido; que fueran a su casa para ver las “maneras” para pasar la materia.
Marcela tiene 23 años y en su voz no se percibe rabia, hay una especie de tono cercano a la frustración, como si su caso fuera uno más de los miles que se registran y que quedan destinados a la impunidad y al olvido. Casi todas las denunciantes que dieron su testimonio manifestaron lo mismo, que esperaban cambios en la universidad, que entendían el debido proceso, pero no el accionar de la institución. Todas refirieron decepción en las formas con las que la UNIMINUTO ha manejado las situaciones y las reacciones de algunos directivos.
Marcela, presionada por la mala situación académica decide ir al encuentro de Latorre. El encuentro sexual se produce en una casa del barrio Hacaritama de Villavicencio, el acosador se convirtió en abusador y sintiéndose protegido porque la mujer fue de manera “voluntaria” a sostener relaciones sexuales, pero la coerción se crea por la figura de poder que ostenta el profesor; y lo más grave, usándolo a su favor para obtener beneficios de tipo sexual de parte de una alumna para cambiarle las calificaciones.
En efecto, Marcela pasa la materia y el asunto que parecía que había quedado en esa noche, además porque el semestre había terminado y como todo lo que se le deja al tiempo se espera que se olvide, que se diluya o simplemente que todo se vaya al carajo, lastimosamente, no fue así, Latorre reapareció. Las nuevas comunicaciones vía WhatsApp se dan durante el intersemestral y lo que vendría fue la degradación absoluta de la relación de poder profesor – estudiante, porque Juan Pablo Latorre iba a negociarle a Marcela -de la forma más ruin- sexo por buenas calificaciones como si se tratara de un comprador que entra en un negocio y pide rebajas.
“Si quiere desde ya pasar el otro semestre lo podemos arreglar”, le dice Latorre a Marcela, que ya sabía que en agosto tendría que verle la cara nuevamente a ese profesor en la materia “Implementación de Proyectos”. Ella se negó a ese nuevo ofrecimiento y fue cuando empezó la vulgar negociación. “Me pidió que fuera a su casa cinco veces, es decir acostarme con él cinco veces a cambio de un 4.5 final en la materia”. Ante la negativa, el hombre se va de frente, “usted sabe que de todas maneras nos vamos a ver en el otro semestre”, lo que constituye una frase a todas luces amenazante, ya que él sabía que la alumna debía inscribir la materia.
“A los días reapareció y me hizo un nuevo ofrecimiento, tres encuentros sexuales, uno por cada corte académico”. Latorre bajó la “cuota” y ante el silencio de Marcela empezó a responderle sus estados en las redes sociales. La estudiante no inscribió la materia, prefirió no hacerlo para evitar cruzarse con el profesor y como una suerte dada por la vida en ese semestre no lo vio durante varios meses. La situación se había calmado y la mujer estaba decidida a olvidar el asunto, hasta que explotaron las denuncias.
Llega octubre de 2023 y el silencio se rompe, un aluvión de denuncias, no de rumores como la coordinadora del programa de comunicación social -Andrea Pabón- lo manifestó en una reunión, se producen en la UNIMINUTO de Villavicencio. Las voces que hay denuncias llegan a oídos de Marcela y decide poner en conocimiento de la institución su caso al darse cuenta de que lo vivido por ella le había pasado a decenas de estudiantes.
“La profesora Francy Moncada me recibe la denuncia, la hacemos de manera anónima, pero pues… pues yo nunca me imaginé todo lo que iba a pasar y menos de parte de la universidad”. La UNIMINUTO con algunas denuncias decide hacer un espacio con las denunciantes, algunos profesores y directivos, encuentro en el que Pabón habla de “rumores”, lo que ha caído muy mal entre algunos estudiantes, porque casi todas las entrevistadas hablan de esa expresión.
“Yo de esa reunión salí muy asustada, sentí que todo había sido mi culpa”, afirmó Marcela que sostuvo que en ese momento pensó que denunciar había sido un error, pero al cabo de unos días se convence de que fue lo correcto y que lo había hecho para que más mujeres no vivieran lo que a ella le había pasado, ya que confiaba que la universidad haría algo. La denuncia verbal de Marcela se dio el 12 de octubre, el 14 del mismo mes se recoge el testimonio escrito y la reunión se da el día 24. Para ese momento, la semana de la comunicación estaba por realizarse y en ella algunas estudiantes estaban planeando una jornada de escrache.
*Nombres cambiados para proteger la identidad de las denunciantes.
En las jornadas de entrevistas con las denunciantes que fueron por medios virtuales no se hicieron grabaciones, no se vieron los rostros de las estudiantes y estas cambiaron sus nombres, los cuales son los usados en este escrito. Se omitió que contaran detalles íntimos para no revictimizarlas. Durante las entrevistas hubo presencia de lideresas del movimiento de mujeres y se conocieron pantallazos de las conversaciones entre las denunciantes y el señalado de abuso y acoso las cuales no se muestran en este escrito para evitar la revictimización, proteger las identidades y por razones de seguridad, ya que en la siguiente entrega se evidenciará un posible caso de amenazas a una alumna para que no hable.
Espere en los próximos días la segunda parte de esta investigación: El escrache. Denuncias de acoso y abuso sexual en la UNIMINUTO de Villavicencio.