Denuncias de acoso y abuso sexual en la UNIMINUTO de Villavicencio
La revancha
#Investigación
12/01/2024
Por: José Vargas
“Ella armó todo y se fue de vacaciones”
Ni doce horas pasaron cuando la primera consecuencia se dio en la universidad por el escrache de las estudiantes, solo que esta parecía una revancha y se daba contra la persona que no había cometido los múltiples casos de acoso denunciados, todo le empezaba a caer encima a Francy Moncada, profesora del programa de Comunicación Social de la UNIMINUTO de Villavicencio. La docente dirigía la materia electiva de Género y Desarrollo, de la cual salieron las mesas y la urna con las denuncias de acoso y abuso.
Carolina*, una de las estudiantes entrevistadas en la segunda entrega reconoció que el escrache no fue planeado, que surgió ante la cantidad de denuncias que hizo crecer un sentimiento de indignación que desembocó en lo sucedido el 8 de noviembre. Las declaraciones de las estudiantes coinciden en que Francy Moncada no las convocó a realizar el escrache y que en ningún momento hubo interferencia de ella en lo acontecido en esa jornada.
El 8 de noviembre la coordinadora del programa de Comunicación Social, Andrea Pabón, cita a Moncada a una reunión para hablar de lo sucedido. Durante ese día, incluso el 10 y el 11 de noviembre, a pesar de que Moncada acude a la universidad el encuentro no se da. La docente salió a vacaciones por esos días sin imaginar que al llegar iba a tener a directivos, profesores y a algunos estudiantes en contra porque consideraban que el escrache había dañado el nombre de la universidad y que ella era la única responsable.
El 21 de noviembre, el mismo día del regreso de las vacaciones, Moncada recibe una citación a descargos por una presunta violación de sus obligaciones o prohibiciones especiales en el marco del Código Sustantivo del Trabajo. En la citación se sostenía que, por medio de un reporte disciplinario presentado por la Coordinación de Gestión Humana, en la que se afirma que la profesora publicó las denuncias, permitió que las fotografías de los acusados fueran expuestas a pesar de la solicitud de dos directivos de bajarlas, de no adelantar un proceso de préstamo de la zona en donde se hizo el escrache y de no hacer lo mismo con la elipse deportiva y de -como resultado de esas acciones- causar un daño reputacional a la institución y a los acusados.
Así mismo, afirman en la citación que la conducta de la docente representa un incumplimiento de sus obligaciones legales y un desconocimiento de los valores institucionales. Los descargos se fijan para el 30 de noviembre. El asunto hasta ese momento no solo pasaba por la citación, también por el rechazo y hasta por la sanción social que recibió Moncada; las voces fueron tantas que, incluso en conversaciones directas con compañeros de trabajo se lo manifestaron. “¿Usted después de la investigación va a renunciar?”, le preguntó el mismo día de la entrega de la citación una profesora de otro programa académico.
“Es que mientras estaba de vacaciones; en la universidad se escuchaba que todo era su culpa”, le dice otro docente, esta vez un hombre que intenta ser condescendiente. “Ella armó todo y se fue de vacaciones”, le contaron a ella que un directivo había dicho esto en público. Al parecer, la comunidad educativa estaba escandalizada por el escrache, pero no por los hechos que originaron que las y los estudiantes decidieran publicar todo. Los valores institucionales que llaman.
Además, se enteró que la cita del 9 de noviembre y los días posteriores no se dio porque Andrea Pabón se ausentó de la universidad por problemas de salud al parecer derivados de la “crisis” que desencadenó el escrache. Así mismo, que ese problema de salud también había sido responsabilidad de ella. En la universidad había un pandemonio que giraba alrededor del 8 de noviembre, acusaciones iban, venían, las redes sociales explotaron, algunos medios de comunicación cubrieron la noticia, pero al mismo tiempo en donde recaía la atención de la institución era sobre la docente y de las denuncias se hablaba poco o nada.
“Hay compañeras, docentes que no me han vuelto a hablar, incluso no me voltean a mirar”, dice Moncada en la entrevista para esta tercera entrega. El 24 de noviembre el medio de comunicación El Cuarto Mosquetero publicó una nota con voces de denuncias de acoso sexual contra el cura Heriberto Mejía -vinculado con la UNIMINUTO desde hace varios años- esa nota fue difundida en grupos de WhatsApp al interior de la universidad, incluso en el de profesores de Comunicación Social – Periodismo y el mutismo cundió.
Los descargos
“¿Usted es consciente que dañó el buen nombre de la Universidad y el buen nombre de sus compañeros?” Fue la primera pregunta en la diligencia de descargos, que fue más una sentencia que encerraba la naturaleza del procedimiento y que, considerando las acusaciones, todo apuntaba a un linchamiento institucional. Era tal la debilidad de los cargos con sus respectivas pruebas contra la docente, que intentaron robustecer la acusación señalando posibles fallas administrativas como el préstamo de lugares para el desarrollo de una actividad.
El resto de elementos se caían por su propio peso, como que la profesora publicó las denuncias, cuando es claro que el tendedero se hizo en un lugar abierto a todos los ojos de la institución y allí no participó ella. Que ella permitió publicar las fotos, como si hubiese dado la orden o como dijo el directivo Fabián Hernández: que la profesora estaba dando notas por participar en el escrache. Esos dos elementos reducen al estudiantado a una masa que no es capaz de discernir o tomar decisiones más allá de lo imaginado solo en la vieja escuela, en donde el profesor es casi una figura totalizante.
Y el más sorprendente, porque contradice los dos primeros, que ella no había intercedido con los y las estudiantes para que bajaran el tendedero. Una diligencia para un proceso disciplinario con argumentos tan flojos como los valores institucionales para hacerle frente a las denuncias que perjudican a estudiantes, que involucran a muchas personas de la comunidad educativa, hasta un cura con fama de pervertido. El daño institucional que le endilgaban a la profesora fue ocasionado por la misma universidad que en últimas la saca barata por la llegada de las vacaciones, pero al final esto se acumula y llegará el día en el que las consecuencias superen el margen de maniobra de los directivos.
El resto de la diligencia de descargos pasó rápido, sin mayores sorpresas, aunque sí con acusaciones por parte de la acusada de persecución laboral y política. Incluso, dos empleados de la universidad que acompañaron a la docente señalaron a la funcionaria encargada de llevar el proceso de hacer preguntas tendenciosas y sin fundamento.
Un asunto de clase
“Es que esto es un asunto de clase”, dice una profesora de la universidad y que llamaremos Liliana*, quien no es la misma profesora que fue investigada por la universidad. “El profesor Agustín María tiene varias denuncias de acoso sexual a lo largo de los años y no ha sucedido nada ni a nivel disciplinario ni pedagógico, es decir: si la universidad no lo quiere investigar como mínimo deben llamar a ese docente y desde lo pedagógico hacer los esfuerzos pertinentes para que entienda que su conducta es indebida”. Y para finalizar señala, “¿qué hubiera pasado si una de las alumnas denunciantes fuera la hija del alcalde o del gobernador?”
Otra estudiante que aceptó la entrevista dijo con mucha decepción que una de las denunciantes sentía pena, porque ella era producto de un abuso. Es decir, todo un comportamiento cíclico que evidencia que las violencias se anidan más fácil o encuentran más silencio en las personas más vulnerables. “Una de mis estudiantes me dijo que su mamá le había prohibido denunciar a su profesor acosador porque el nombre de una niña decente no tiene por qué estar en boca de nadie y porque eso no es de Dios”, manifestó la profesora Liliana*.
Un exestudiante que solo aceptó contar algunos detalles de lo vivido con el cura Heriberto Mejía manifestó que el religioso ofrece su ayuda para que la persona progrese y salga adelante. “Me hizo insinuaciones sexuales delante de todo el mundo, frente a docentes y todo el mundo guarda silencio, ese señor tiene mucho poder”. Otro estudiante afirmó que Mejía le planteó viajes a México y su ayuda porque se notaba que el joven estaba muy alejado de Dios.
Otros funcionarios han manifestado que el escrache está prohibido en una institución educativa ¿Prohibido por quién? A la universidad parece que le preocupa el negocio, pero como empresa no le está cumpliendo a sus “clientes”, porque el 75 % de la población que paga por los servicios corresponde a mujeres y muchas de ellas han sido violentadas en y por la propia institución. Además, la universidad no asume posturas claras contra una problemática que es evidente y que merece todos los esfuerzos para enfrentarla y erradicarla, pero, ante todo, protegiendo a la comunidad educativa. Si no es posible hacer las denuncias de manera pública en el espacio en donde se dieron y se gestaron las violencias sexuales, cabe también preguntarse cuál sería ese espacio y por la función de la academia para el replanteamiento de estos hechos.
Finalmente, la profesora Francy Moncada -y como era esperado-, en documento fechado a 15 de diciembre de 2023, fue absuelta por la universidad por no haber encontrado méritos para una sanción de carácter disciplinario, que claramente buscaba apartarla del cargo. En ese sentido, de investigaciones hablando, queda en medio múltiples voces que dieron sus testimonios que sería importante investigar; como un posible caso de una estudiante que le comunicó a la universidad que no volvía y que no iba a hablar por estar bajo presión y embarazada, quedando la duda si es producto de uno de los múltiples casos denunciados.
La universidad está próxima a entrar de su periodo de vacaciones y habrá que esperar si la navidad le permitió que el asunto se enfriara para siempre o si, por el contrario; ni con el agua bendita de Mejía las denuncias se apaciguan. En lo que respecta a este medio de comunicación, los canales para las denuncias siguen abiertos.
*Nombres cambiados para proteger la identidad de las denunciantes.