Ahí tienen su hijueputa patrimonio llanero pintado

Ahí tienen su hijueputa patrimonio llanero pintado

“Contrasta con este entusiasmo la implacable persecución de la historia y de la tradición llevada a cabo por el Estado, por los agentes inmobiliarios de la empresa privada y por la misma ciudadanía, orientada por los clérigos, políticos, medios de masas y su propia ignorancia de la historia nacional. Los agentes de finca raíz, los planificadores urbanos y los arquitectos que han asumido el papel de agentes inmobiliarios forman grupos de intereses que persiguen inmisericordemente los testimonios de la historia en pos de una utilidad creciente y destructiva.”, escribió el arquitecto Alberto Saldarriaga Roa en 1986, treinta años después, en el sector ‘El Pedregal’, en la ciudad de Villavicencio, se demolerían diecisiete casas de gran valor patrimonial.

Para resarcir el detrimento patrimonial, el Ministerio de Cultura en el año 2017 ordenó construir un “museo urbano”. Dentro de las mediocres y superfluas intervenciones que hacen llamar “arte” –o así lo denominan sus autores– se encuentra una con el nombre “Juegos de antaño” que presuntamente representa la arquitectura que en otrora se encontraba en el sector. Lo que se hizo fue un bodrio ‘estetizado’, un recordatorio de las nefastas administraciones y sus trágicas decisiones para la historia de la ciudad.

Esta prosaica pintura realmente es la materialización del valor que se le da al patrimonio llanero, un hiato arcaico e irónico en el territorio donde tumban la memoria y la reemplazan con tridimensionalidad figurativa; pintando fachadas de casas en muros planos y sin contenido, como vestigio del ligero, laxo y estulto intelecto de unos pocos.

A esta fútil intervención que evidencia el detrimento de la memoria y la cultura llanera, se suma el menoscabo en el pensamiento y discusión del patrimonio, reflexiones atadas por las administraciones gubernamentales a un grupo de académicos que se ufanan de salvaguardar el patrimonio con acciones triviales, supeditadas al poder y a los intereses privados. Es tan intrincada la desidia con el patrimonio en Villavicencio que el plan para salvaguardar los Bienes de Interés Cultural, conocido como PEMP –Plan Especial de Manejo y Protección del Centro Histórico– es un refrito mal estructurado, con enormes vacíos conceptuales y concebido a partir de un débil proceso de participación ciudadana.

Esta imagen claramente es una analogía de “La estrategia del caracol”, que si algún día se materializa podría tomar cuerpo el concepto que planteó Gastón Bachelard en su libro La Poética del Espacio: “si sostenemos el ensueño en la memoria, si rebasamos la colección de los recuerdos concretos, la casa perdida en la noche del tiempo surge de la sombra jirón tras jirón.”. El patrimonio pertenece a la memoria colectiva, al sentir y vivir del transeúnte, del habitante y de la historia, la valoración del patrimonio deriva del sentido de pertenencia de la ciudadanía, pero cuando impera la indiferencia, el llamado es a la crítica, a la reflexión y al pensamiento, por eso: Ahí tienen su hijueputa patrimonio llanero pintado.

*Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición del medio.

David Díaz

David Díaz

Arquitecto, veedor de la Veeduría Popular de Villavicencio y cocreador de Vértice: un pódcast de crítica y opinión sobre arquitectura y ciudad.

Compartir