Julian Assange está libre
#Opinión
27/06/2024
Por: José Vargas
La libertad del fundador de WikiLeaks, portal que filtró al mundo crímenes y violaciones de derechos humanos cometidos por miembros de las fuerzas armadas de los Estados Unidos y sus aliados en Afganistán e Irak y otras regiones del mundo, es una victoria para la prensa y la libertad de expresión. Ver a Assange saliendo del Reino Unido con rumbo a Australia por un acuerdo con la justicia norteamericana, es una señal de que vale la pena seguir creyendo en la investigación periodística y que los principios y la ética profesional no son negociables.
El 1 de diciembre de 2010 Assange, en entrevista con el Sydney Morning Herald, dijo que WikiLeaks ha filtrado y visibilizado más información clasificada que toda la prensa mundial junta a lo largo de la historia. Además, afirmó que el trabajo de los activistas del portal ha reescrito las reglas de la era de la información. Y esto no es para menos, han sido miles de casos de actuaciones irregulares e ilegales por parte de militares, líderes políticos y de gobiernos contra ciudadanos y ciudadanas en todo el mundo que se han develado y han puesto en jaque a varias potencias mundiales.
WikiLeaks apareció el 5 de abril de 2010 al revelar el asesinato de nueve personas, entre ellos el periodista de Reuters Namir Noor-Eldeen, quienes fueron atacados por un helicóptero militar Apache AH 64 de los Estados Unidos en Bagdad en el marco del conflicto armado en ese país. El suceso, que tuvo como fecha el 13 de julio de 2007, es de naturaleza deshumanizante, en el video filtrado, la aeronave de ataque abre fuego contra un grupo de personas desarmadas, algunos huyen y otros, cuando iban a recoger a los heridos y muertos, sufren un contraataque.
Desde ese día WikiLeaks filtró de manera masiva documentos, videos y archivos en general que probaban violaciones a los derechos humanos, espionaje, asesinato de civiles y corrupción. Para julio de 2010 unos 92 mil documentos habían sido filtrados a varios medios de comunicación con los cuales se probaba que en la guerra de Afganistán se cometieron toda clase de delitos por parte de las fuerzas aliadas de la OTAN. En octubre del mismo año se contaban 391.831 archivos relacionados con la guerra de Irak, muchos de ellos asociados a torturas, así como el asesinato de 66.081 civiles por parte de las fuerzas aliadas.
De inmediato la reacción por parte de los Estados Unidos no se hizo esperar, la Casa Blanca acusó a Assange de poner en riesgo la vida de civiles y de actuar con temeridad, lo que socavaba la confianza en sus fuerzas armadas. Hasta ese momento el Pentágono había negado la existencia de registros que dieran cuenta de bajas civiles, pero con las revelaciones de WikiLeaks no solo se comprobó su existencia, sino que hubo acciones sistemáticas de abuso, torturas y asesinato de inocentes, así como de encubrimiento para que los responsables no fueran acusados y enjuiciados.
En noviembre de 2010 se produjo la mayor filtración de la historia en términos de impacto político, WikiLeaks envió más de 250 mil cables diplomáticos o archivos a medios de comunicación, los cuales daban cuenta de las comunicaciones secretas entre el Departamento de Estado con sus embajadas. Algunos de ellos mostraron que se espiaron a dirigentes políticos, periodistas, líderes sociales y hasta personas consideradas como opositoras de algunos países. Colombia fue uno de ellos.
Assange y sus colaboradores de WikiLeaks publicaron material clasificado y sensible sobre las torturas en las cárceles de Guantánamo y Abu Ghraib. En esos documentos se conoció que la mayoría de los detenidos no tenían ningún tipo de juicio, ni garantías legales como la asistencia de un abogado e incluso, se evidenció la presencia de menores de edad privados de la libertad, como un niño pakistaní de 14 años y del cual no se tienen noticias hasta la fecha. Estados Unidos ha negado esto a pesar de los cientos de videos y fotografías que muestran torturas, tratos crueles y degradantes.
El primer intento de encarcelamiento contra Assange sucedió a los meses de las primeras filtraciones, en el año 2010, fue acusado por la justicia sueca de abuso sexual. Inicialmente se hablaba de acoso contra Anna Ardin, aparentemente asociada con la oposición cubana en el exterior y que tendría fuertes vínculos con la CIA de acuerdo con la investigación publicada por Israel Shamir y Paul Bennett en Counter Punch. Actualmente, Ardin, nacida en Cuba, es activista de Las Damas de Blanco, grupo de mujeres opositoras al régimen cubano. En pocas semanas otras mujeres se habrían mostrado abiertas a señalarlo. Tras el pago de una fianza Assange quedó en libertad y posteriormente todos los casos fueron cerrados por la justicia sueca, con varias reaperturas, hasta que en 2019 todo fue clausurado.
Assange logró salir de Suecia e intentó obtener asilo en varios países, por lo que estuvo viviendo por días en varios aeropuertos alrededor del mundo sin éxito alguno. Para el año 2012 empezó a correr el rumor de que estaría escondido en el sur de Inglaterra, lo cual fue corroborado cuando el periodista apareció refugiado en la embajada de Ecuador en Londres. Desde ese lugar siguió denunciando y filtrando documentos, como los revelados del sistema de vigilancia de la CIA para espiar a cualquier persona con teléfonos móviles como IPhone.
El gobierno de Ecuador en varias oportunidades le retiró el internet a Assange con el pretexto de evitar más daños, aunque realmente se trataba de un intento para que el país sudamericano saliera del radar de la Casa Blanca. Finalmente, la presión fue más fuerte y en el año 2019 le fue retirado su asilo. Al ser detenido fue encarcelado en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh al sur de Londres. Desde allí y junto a Baltazar Garzón, su abogado, prepararon la manera de frenar su extradición a los Estados Unidos en donde podría enfrentar una pena de 175 años por espionaje.
En prisión recibió tratamiento de un terrorista, estuvo recluido y aislado en la sección de máxima seguridad. Permanecía en soledad durante 23 horas, tenía 45 minutos de salida a un pequeño patio de cemento y cuando era trasladado los pasillos eran evacuados y las puertas de las demás celdas eran cerradas, para evitar a toda costa que tuviera contacto con otras personas. En diciembre de 2020, el relator especial de las Naciones Unidas sobre la tortura le pidió al entonces presidente de EEUU, Donald Trump, un indulto “a un hombre valiente que ha sufrido injusticia, persecución y humillación durante más de una década simplemente por decir la verdad”.
Ante la última petición de no extradición, el Tribunal Superior de Londres decidió el 20 de mayo de 2024 que Assange podía apelar la inminente extradición. De manera sorpresiva, el 24 de junio del mismo año, el mundo amaneció con la noticia de que el ciberactivista había llegado a un acuerdo con la justicia de EEUU; aceptando su culpabilidad por el crimen de espionaje no pagará ningún día de prisión, ya que se le reconocerá el tiempo que estuvo detenido en el Reino Unido. Los demás detalles del acuerdo no han sido revelados.
Independiente si Julian Assange cometió espionaje o no, se debe reconocer que gracias a sus filtraciones el mundo conoció miles de delitos y abusos cometidos por agencias, fuerzas armadas y por sectores de la política norteamericana. La verdad tiene unos elevados costos, como la vida y el exilio, por lo que es importante preguntarse si vale la pena el riesgo y si la sociedad reconoce de manera debida estos actos.