Villavo la fea
#Opinión
27/11/2024
Por: David Díaz
“Te adormitas en las noches despejadas
para que te vigile un firmamento de estrellas”
En Villavicencio, durante este casi primer año de simulacro de gobierno municipal, Alexander Baquero ha ratificado su mediocridad y ligereza. El remedo de alcalde cada día innova en su risible línea discursiva, es como si deseara quedar en ridículo; algo que ha logrado a cabalidad. La más reciente narrativa abanderada por Baquero es la del padre que reprende a sus hijos e hijas por el “mal comportamiento”.
Hasta el momento, Alexander ha publicado dos piezas audiovisuales de su nueva y magna oda paternalista. En la primera –envalentonado por la compañía de su esquema de seguridad– apareció en la avenida Catama, abajo del cementerio central y, a partir del pando refrito de la “cultura ciudadana” –un concepto ampliamente tergiversado– invitó a la “ciudadanía de bien” que “ama a Villavo la bella” a no sacar la basura “en los horarios que no son pertinentes”, incluso, solicitó ayuda para vigilar a “los habitantes de calle y muchas personas que se dedican a reciclar”; pues no se puede permitir que rompan las bolsas y dejen el desorden en las avenidas porque “afean” la ciudad.
Además de los regaños, el señalamiento y la habitual banda sonora de suspenso de los bodrios comunicativos del alcalde; no podía faltar el recurso de la “cercanía”, del “trabajo común” y de “ponerse la camiseta”, por lo que fue necesario acompañar los categóricos reproches con una que otra toma de Baquero barriendo. El palpable clasismo del alcalde no solo apela a la promoción de una comunidad que vigile y controle a quienes le “desordenen” la ciudad, sino que deja en evidencia su abyecta distinción jerárquica; esa dicotomía que ubica a la mal llamada “ciudadanía de bien” en un bando y a quienes aborrece en el otro.
Video publicado el 03 de noviembre de 2024.
“La fuerza brava de tu raza guerrera
se ha levantado majestuosa y dominante”
Ese primer video se publicó el 3 de noviembre, el segundo se difundió trece días después. En esas casi dos semanas Alexander no se dedicó a hacer su trabajo respecto a esa situación: estructurar una estrategia para “fomentar la cultura del reciclaje” ni mucho menos a estudiar, comprender e implementar la “política pública nacional de habitantes de calle”, lo cual es muy preocupante, pues esas son metas incluidas en su ínfimo plan de desarrollo. Prueba de lo anterior es que en la segunda entrega audiovisual se puede observar al alcalde con la misma alharaca sermonera, pero en esta ocasión con un tono hostil y de enojo mucho más acentuado. Baquero pretende administrar Villavicencio como su feudo, de hecho, increpando a unos habitantes de la ciudad –sí, Alexander, quienes habitan las calles también hacen parte del territorio– aseveró que ya está cansado de la misma situación todos los días: “ustedes por reciclar unas bolsas me dejan un reguero ahí”.
Posterior a eso decidió manifestarle de forma lastimera a una agente de policía que “me duele tanta displicencia de muchos policías que no les duele lo que pasa en la ciudad”. Parece que el alcalde pretende que la fuerza pública no solo se dedique a perseguir inconstitucionalmente a las y los consumidores de sustancias psicoactivas como lo ha dejado claro –con el arbitrario Decreto 070 de 2024, su narrativa estigmatizante y criminalizadora– sino que ahora posa de víctima para promover el hostigamiento a quienes reciclan y/o habitan las calles de Villavicencio.
Como si fuera poco, Baquero intensificó su estulta arremetida contra esos habitantes y –acompañado de sus característicos ademanes autoritarios– vociferó que “estamos mamados de ver este desorden que ustedes nos generan”, no sin antes demostrar –una vez más– la vil necesidad de reafirmar su posición de poder: “soy el alcalde de la ciudad, escúcheme bien, soy el alcalde de la ciudad”. Pese a que ese segundo video carece de la fórmula de “ponerse la camiseta” y de la pose “colaborativa” con tomas barriendo; la dosis de clasismo, ignorancia, estigmatización y violencia la acrecentó afirmando que: “tomaron una decisión por querer estar en las calles, como habitantes de calle les respetamos eso, pero nosotros también como ciudadanos de bien necesitamos y exigimos el derecho de tener una ciudad limpia, una ciudad organizada”. El alcalde se atreve a hablar de derechos, sin embargo, comprueba que nada sabe de los mismos. Finaliza el video con otra interpelación a un policía, reprochando nuevamente la “displicencia” de la fuerza pública y expresando que él ha hecho esa “tarea” con su esquema de seguridad, pero asegurando que esa no es su labor. Alexander no solo desconoce de derechos, sino también de deberes.
Video publicado el 16 de noviembre de 2024.
“Tus parques y tus avenidas
preciosas hacen de ti un romance”
Más allá de la pantomima despreciable de Alexander Baquero y de toda la mofa que esta puede promover; es apremiante problematizar su narrativa. No intento desconocer la problemática ambiental, social, cultural y de salud pública, lo que sí hace el alcalde reduciendo esta situación a la “fealdad”. Tampoco acudiré a eludir los múltiples abordajes que disciernen sobre lo feo, lo sucio, lo desordenado y lo fracturado en las ciudades, copiosas son las miradas críticas y teóricas que han relacionado esos acontecimientos y características con lo urbano; algunas tan reveladoras para repensar las dinámicas territoriales como la teoría de las ventanas rotas, la teoría del espacio defensivo, la de la cultura de la pobreza, cohesión social o la de la territorialidad, incluso, disquisiciones como la de Jesús Silva-Herzog Márquez en “La conspiración de la fealdad” y su perspectiva de la normalización de la calle convertida en basurero: “La propagación de la fealdad nos condena a habitar una ciudad de nadie. Una ciudad ajena es una ciudad hostil y es una ciudad enemiga”.
Sin embargo, Baquero afronta esta situación de manera rastrera y violenta, ufanándose de su posición de poder y abanderando un discurso clasista. Además de impulsar una hostilidad inaceptable, refleja el atrabiliario y recalcitrante pensamiento con el que ha intentado –sin éxito alguno– administrar Villavicencio. En efecto, la “fealdad” de las ciudades puede estar asociada al desapego y al distanciamiento de las y los habitantes con su territorio, aunque no considero que sea necesariamente el único axioma porque la cohesión social en los espacios está atravesada por diversos acontecimientos y singularidades como: la seguridad, las actividades contextuales, la materialidad, las determinantes físicas, la accesibilidad y –por supuesto– las heterogéneas vicisitudes comunitarias, culturales, políticas, económicas y ambientales.
Apelo a la sobresimplificación maniqueísta de lo feo y lo bello para exponer situaciones que afean la ciudad y que Baquero no enfrenta, no se responsabiliza o las aborda con su probada improvisación e ineptitud: todas las semanas abundan las noticias sobre homicidios y robos, la accidentalidad vial no aminora, la desmedida congestión vehicular es cotidiana, siguen los fallos en la red semafórica, la intermitencia en la prestación del servicio de agua continúa, el estado de la malla vial es deplorable, frecuentemente las avenidas de la ciudad parecen ríos, son copiosos los amaños contractuales comprobados, la administración municipal está empecinada en su perspectiva anacrónica de la llaneridad, con sus fiestas y eventos que –a parte de promover el maltrato animal– instrumentaliza y menoscaba el trabajo de artistas de la región. El listado es mucho más extenso, pero el alcalde prefiere posar como el padre que reprende a sus hijos e hijas de Villavo la fea.