El libro no muere

#Crónica

31/01/2025

Por: Ómar Eduardo Gómez Reina

El libro no muere —dice Fabio de Jesús Gil Montoya (Armenia Mantequilla, Antioquia, 1950), amigo y librero en Villavicencio, Meta, desde 1997. Campesino y andariego, vivió su infancia labriega en el municipio de Itagüí. Desde los diez y seis años trabajó como vendedor ambulante de alimentos y reciclador en la costa atlántica y como comerciante en una panadería del Urabá antioqueño en pleno recrudecimiento del conflicto armado en Colombia.

—En el sesenta y seis me fui de la casa un sábado a las diez de la mañana. Cogí un bus escalera de flota La Magdalena rumbo a Barranquilla, sin un centavo. Ya por el camino, en Planeta Rica, de puro milagro, me encontré un billete de quinientos pesos.

A comienzos de los ochenta laboró en ganaderías villavicenses de Apiay y el Alto de Pompeya, y en el corregimiento de Puerto Guadalupe, en Puerto López, Meta. Se radicó en el área urbana de Villavicencio en 1996. En 1997 como reciclador y habitante de calle consiguió su primer plante de 300 libros. Con serena dicha expresa que de hecho ha leído más o menos esa misma cantidad de volúmenes.

—¿Recuerda cuál fue el primero?
—Sí, Aprendiendo a quererse a uno mismo, de Walter Riso.
—¿Y el último?
—El Código de la Policía [“Nuevo Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana”]. A mí como vendedor de calle me sirve pa’ mucho porque muchas veces la Policía le hace a uno comparendos sin razón.

Todos los días, de domingo a domingo, llega a las 5:30 a.m. a su punto de venta en el costado sur del parque del Hacha, una trajinada caseta reubicada que le adjudicó la Alcaldía Municipal de Villavicencio hace ocho años, el “módulo institucional 59 A”, acompañada de un improvisado mesón–mostrador y una butaca de aluminio. Cierra a las 5:00 p. m. Los sábados y domingos se retira a mediodía.

A don Fabio, “El Paisa”, la gente del centro lo conoce como una persona determinada y generosa. Aunque ahora vive solo, la vida le dejó cuatro hijos. Uno de ellos, Juan Pablo, a quien no veía hace más de treinta años, para felicidad suya hace poco lo visitó.

Un día de lluvia. 10 de febrero de 2024. (Foto: Ómar Eduardo Gómez Reina).

Muchos lo apreciamos.
Durante la segunda entrevista que le hago para la redacción de esta crónica se desgaja un aguacero. Un señor, también con acento antioqueño, se guarece por un momento bajo la caseta. Lo acompaña una mujer morena que tirita de frío. Fabio le presta su poncho. El señor le agradece, dice que luego pasa y que si no fuera por el afán que llevan se bebían algo.

—¡El día está es como pa’ un aguardiente!
Se carcajean.
—¿Un paisano?
—De Itagüí. Rigoberto Romero. Yo fui el que lo convenció que cogiera pa’ cá. El hombre cuando llegó, entró con la Alcaldía a echar guadaña y ya salió pensionado. Ahora está muy bien. Ese siempre me tiene en cuenta.  
Don Fabio vuelve al asunto de sus libros favoritos y enuncia con emoción otro título, “Un tal Bernabé Bernal”.
—De Álvaro Salom Becerra. El mejor libro de derecho, profe. ¡Ahí usted se da cuenta de cómo es toda la corrupción!

Dice que se siente más de “Villavo” que de su lugar de origen. Ha regresado de visita a Antioquia en dos ocasiones. La primera en 1993, cuando empezó el negocio, la segunda en 2016.

Hace silencio y se le empañan los ojos. Con voz quebrada retoma el relato. Recuerda que su madre, doña Rosa Elvira Montoya (q.e.p.d.), sorprendida por la aventurera historia de su hijo –en uno de sus breves regresos a casa–, puso en el viejo tocadiscos familiar un álbum de Olimpo Cárdenas y le dedicó una de esas canciones, “El Provinciano”.

—“Las locas ilusiones me sacaron de mi pueblo, y abandoné mi casa para ver la capital. Cómo recuerdo el día feliz de mi partida, sin reparar en nada de mi tierra me alejé…”
—¿Cómo y dónde se ve en un futuro, don Fabio?
—Ah, no, la dicha mía es ver esto bien surtido, profe. El fin mío es que quede aquí, yo aquí muero.
En estas mismas calles hace veintisiete años imaginó su nueva apuesta de vida al recordar las compraventas de libros a lo largo del paseo Bolívar en la Medellín de su primera juventud.

Por estos días Fabio tiene otro motivo de alegría. Adrián Camilo Penagos Rey, un estudiante del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Unimeta, acaba de realizar una esmerada crónica audiovisual en la cual él también es el protagonista.

Fabio ha vendido varias veces todos los libros de Germán Castro Caycedo, los ha leído casi todos y conoce muchos de los lugares donde sucedieron esas historias.

Villavicencio, 13 de febrero de 2024.

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Segunda parte

En diciembre de 2024 se celebraron los cien años de publicación de La Vorágine. Don Fabio decidió asignarle a su local –hasta ese momento sin nombre–, el título de la novela. Un amigo le colaboró de forma desinteresada con el diseño y la impresión del nuevo aviso.

Hace poco don Fabio se animó a escribir su historia de vida en un cuaderno. La tituló El Provinciano. Le propuse que la publiquemos en forma de libro. Estuvo de acuerdo con ello. Trabajo en la corrección y transcripción del manuscrito original y en la gestión de la publicación. Se trata de una edición solidaria y autogestionada a partir de la colaboración brindada por amigos, clientes y todas aquellas personas y organizaciones que quieran sumarse a la iniciativa.

Nuevo aviso del plante. 30 de octubre de 2024. (Foto: Ómar Eduardo Gómez Reina).

Villavicencio, 14 de enero de 2025.

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Nota editorial: las personas u organizaciones que deseen colaborar para la publicación del primer libro de don Fabio –quienes aparecerán en el acápite de agradecimientos– se pueden contactar al correo electrónico: contacto@elprotestodromo.com

Ómar Eduardo Gómez Reina

Ómar Eduardo Gómez Reina

Artista plástico, investigador, curador. Ha desarrollado su obra a través de múltiples medios expresivos: pintura, fotografía, dibujo, grabado, trabajo instalativo, performance y música experimental. Desde su época de estudiante, su producción simbólica ha sido objeto de reconocimiento académico y profesional con distinciones en certámenes definitorios para el campo del arte nacional y regional tales como el Salón Francisco Antonio Cano -Universidad Nacional-, el Salón Nacional de Arte Joven -Galería Santafé del Planetario Distrital-, el programa expositivo Arte Joven -Museo de Arte Moderno de Bogotá-, el Salón Regional de Artistas zona centro y zona Orinoquia –Ministerio de Cultura-, el programa Salón Nacional de Artistas –Ministerio de Cultura-, el programa expositivo Imagen Regional –Banco de la República-, el Salón Nominados -Fundación Gilberto Alzate Avendaño-, la Semana Latinoamericana de Arte independiente y el Premio Departamental de Artes Plásticas del Departamento del Meta entre otros. Autor del libro Los relatos del anónimo cronista de montes y de la investigación curatorial Los Llanos Orientales de Colombia en la Colección de Arte del Banco de la República.

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