Bad Bunny debió fingir menos
#Opinión
10/01/2025
Por: José Vargas
No, yo no le creo a Bad Bunny. Trataré de ir con cuidado para no caer en alturas morales, lo que conlleva a hacer un análisis alejado de las posturas refritas de cómo canta o del bajo nivel de sus letras; y no porque no sean importantes, sino porque creo que se debe hilar un poco más delgado frente a lo que él representa en la sociedad. Así mismo, considero que es necesario hablar de estos personajes por su alto impacto, principalmente en las nuevas generaciones y en los discursos que nos invitan al debate actualmente.
El 5 de enero de 2025 se lanzó mundialmente el sexto álbum de Benito Antonio Martínez Ocasio -Bad Bunny- y en 48 horas se posicionó en lo más alto de la lista global de Spotify. Se trata de 17 canciones compiladas en el álbum DeBÍ TiRAR MáS FOToS, en el cual busca, según la narrativa hegemónica en algunos medios de comunicación, reivindicar la cultura popular boricua y latinoamericana. En principio todo bien, pero cuando se escuchan las letras de las canciones de su nuevo álbum no hay cambio, no hay moderación, es lo mismo de siempre. La cosificación, la hipersexualización y la misoginia siguen presentes.
En el 2020 se dio ese primer encuentro con el “cambio” o con el intento de desmarcarse de la imagen que ha venido construyendo con los años, canción tras canción como un cantante de reguetón con letras básicas, violentas y patriarcales. Lanzó su sencillo Yo perreo sola, la cual no tiene mayor relevancia si se juzga por la letra, la apuesta comunicativa es su video. Durante tres minutos Bad Bunny canta vestido bajo estereotipos femeninos tarareando que ella, una ella cualquiera, no necesita de un hombre para “perrear”. Esto automáticamente generó voces en todos los sentidos, imponiéndose dos, que el “Conejo malo” estaba reivindicando el rol de la mujer en la pista de baile, un campo de batalla en donde ellas han estado históricamente subordinadas a los hombres porque la herencia de los bailes de salón ha establecido que la mujer debe ser conducida por un hombre. Y, en segundo lugar, que todo era una farsa para ganar “likes”.
Yo creo que en el fondo él no quería reivindicar, solo ganar alcance, impacto o reacciones en las redes sociales, pienso que buscaba generar polémica. Es una persona que ha comprendido que jugar en dos o más espectros de la sociedad le garantiza mayores réditos, básicamente responde a los intereses del sistema y los explota a su conveniencia en ventas. Bad Bunny es el primero de su especie que ha decidido parecerse a todo aquello que está en boca y luego se va para otra parte.
Uno de los temas en auge en la sociedad, al menos en el mundo occidental, es el empoderamiento, la lucha por los derechos de las mujeres, personas con orientaciones sexuales e identidad de género diversas e ideologías políticas como la tan sonada independencia de Puerto Rico de los Estados Unidos. Así mismo, desde algunas apuestas, principalmente las de Calle 13 –Residente-, se ha visto que estos discursos llaman la atención. Ahora bien, el “Conejo malo” ya tiene a su favor a una inmensa mayoría de personas que disfrutan del “perreo” con letras sin censura; lo que lo convierte hoy por hoy en una de las figuras más destacadas de la escena musical. Y, como si fuera poco, desde el año 2020 ha estado ganando apoyos de múltiples sectores sociales por su “abierto” apoyo.
Insisto, creo profundamente en la reivindicación, también en los cambios y de manera ferviente en las nuevas oportunidades, pero este señor no me convence y aquí presento algunos elementos. En Yo perreo sola no comprendí la apuesta política de cantar vestido bajo estereotipos femeninos, y no voy a caer en el juzgamiento de que correspondía poner a una ellas en lugar de él ni mucho menos voy a decir que esas mujeres debieron tener cuerpos no hegemónicos, esa no es la discusión. Yo lo que creo es que él usó el discurso del empoderamiento para granjearse apoyos de grupos que lo veían como una amenaza producto de sus letras para las luchas de género.
Nunca hubo un discurso de género en esa canción, solo se dio cuenta de que era necesario cambiar su imagen de misógino, decir que ellas podían bailar solas, se vistió de tal manera porque no comprende que el asunto femenino supera lo biológico y que su canción lejos de empoderarlas, quizás las sumerge bajo los señalamientos misóginos y conservadores asociados al sexo. Esto genera impacto en sus redes sociales, en sus ventas, en sus métricas de las plataformas de música y pone a detractores y fans a hablar de él, no importa si positiva o negativamente, pero a hablar de él.
La independencia de Puerto Rico se está volviendo un lugar común para muchos sectores de la sociedad. Las voces de rechazo de la injerencia norteamericana en la isla son múltiples, incluso en los mismos Estados Unidos. También las luchas de género han ganado mucho terreno y para nadie es un secreto que el machismo está en jaque, aunque se resiste y patalea, hoy en día las mujeres y las personas con orientaciones sexuales e identidad de género diversas están marcando fuertemente la agenda mediática con sus discursos. Creo que esas cosas Bad Bunny las usa para sí, no para no quedar mal con nadie, sino para vender.
Para el “Conejo malo” estos temas pasaron desapercibidos al inicio de su carrera cuando solo cantaba para despotricar de la mujer, de sus cuerpos, con la hipersexualización en su boca todo el tiempo y ahora en entrevistas y en sus redes habla de independencia, de empoderamiento, pide justicia y clama por respeto, pero sus letras son lo mismo de siempre. Benito sigue siendo el mismo que un día cantó “le doy por donde hace pipí, por donde hace popó”.
“Te escupo la boca, te jalo el pelo. Te doy con el bicho, y con el dedo. En el jet privado, un polvo en el cielo. Hoy quiero una puta, una modelo”. La letra de la canción La Jumpa de Arcángel en la que Benito participa es el claro ejemplo de la construcción de imaginarios colectivos que ejercen violencia simbólica sobre las mujeres. “Dale duro pa que nunca se olvide, castigala, castigala”. Ahora, en su nuevo álbum dice “Yo se la mamo y se pone contenta (…) Lo tengo para´o, ven, pa que lo sientas. Dale, mami, pégate, vírate. Si me miras mucho sabes que voy a besarte”.
Ahora hace apariciones en público con camisetas que rechazan la violencia trans, como la que uso en el Show de Jimmy Fallon en la que se leía: “mataron a Alexa, no a un hombre con falda”. Mientras hace esos actos, en su nuevo álbum canta: “Tráete a tu bestie que a las dos le bajamo´el pantie. Tiene a 20 en lista ´e waitin´, te lo tiro en la espalda body paintin”. Luego, el 10 de marzo de 2024, en el Dolby Theatre de Hollywood dedicó un premio ganado a las mujeres del mundo, especialmente a las latinas y de Puerto Rico.
Y sigue en su nuevo álbum: “Cuando yo te conocí siento que yo te cambié, después te lo metí, i i i. Ahora te suelta´ y sale´pa la disco a perrear. Te olvidaste de mí, la seguiste normal, normal. Después que te lo hice bien, ahora quieres portarte mal”. No cambió, es el mismo limitado que no se puede alejar de quien realmente es, por más que hable de luchas sociales, de su tierra natal, de sus raíces, de reivindicar a las mujeres, él sigue en lo mismo. Lo único que ha hecho bien es crear un halo de nueva masculinidad para obtener “likes”.
Bad Bunny solo quiere mejorar sus métricas en Spotify, estar en boca, usar imposturas y apropiarse de discursos que representan toda una vida de luchas para seguir vendiendo. No creo que aparecer de la nada como presentador de noticias sea un acto político verdadero, no solo quiere salir en los noticieros, ahora los quiere presentar y quién sabe si sus libretos fueron hechos para seguir moderando las opiniones hasta el cansancio.
La reivindicación y el cambio de las personas no es un asunto que critico, el punto es que quizás sea conveniente que se revisen todos sus discursos, todas sus apuestas simbólicas, hasta las actuales, para no caer en la idea de que Bad Bunny está cambiando y que es una persona interesada en los procesos sociales y políticos. Benito debería mínimamente considerar una disculpa, dar explicaciones e incluso, promover, si es que realmente está en contra de las violencias de género, un acto de autocensura que le haga bien a las formas que hoy quiere manifestar.