Eduardo Carranza: el caso de un fascista oriundo de Villavicencio

#Opinión
10/03/2025
Por: Ómar Eduardo Gómez Reina
Estetización de lo político y ultraderecha local, nacional e internacional. Una mirada al interior del intestino grueso de algunas vacas sagradas.
Transcribo de la entrevista a Eduardo Carranza (Apiay, Villavicencio – Meta, 1913 – Bogotá, 1985) realizada por la actriz y presentadora Mónica Randall para el programa Rasgos (1982), dirigido por Antonio Giménez–Rico, producido por el Ente Público Radio Televisión Española, y divulgado en la actualidad por RTVE Play.
“[…] —Usted ha dicho en una ocasión, “yo no soy un escritor católico, soy un católico que escribe”.
—Exactamente.
—¿Qué quería decir con eso?
—No… se trataba de que… en una reunión de… habían convocado aquí [en Bogotá] un congreso de escritores católicos. Y no sé, me tocaba a mí, instalar, inaugurar este congreso. ¡Y me parecía preferible!, ¡eso! Ser un católico que escribe, y no un escritor profesionalmente católico. Fue una cosa instintiva, un poco indeliberada, que yo no sabría hoy explicar exactamente.
—Usted ha dicho en alguna ocasión que en el juicio final le gustaría defender la figura de Benito Mussolini.
—Sí.
—¿Por qué?
—Eh, me parece [sonido corto, dos veces, de garganta carrasposa], eh… que es uno de los hombres, de las personalidades mayores de nuestro siglo, ¡un gran creador político!, el organizador de una de las experiencias políticas, históricas más interesantes de nuestro tiempo. Hizo… conciliar, el socialismo con el… con el otro mundo, del dinero, en fin, ¿no? Respetando la raíz religiosa nuestra, o mía, por lo menos. Y conservando… valores de la cultura, a la cual pertenecemos, que es, la cultura que llamamos occidental, cristiana, católica, latina, para nosotros hispánica, ¡hispanoamericana! Luego, porque… en la doctrina de Mussolini, en la doctrina del fascismo están implícitos muchos valores que yo he profesado a lo largo de mi vida. Valores que están expresos en los escritos de Bolívar, en sus cartas, y consignados como forma de gobierno, especialmente, en su tan debatida, en los años finales de su vida, en su Constitución Boliviana, la que escribió, para Bolivia. Ya Bolívar, maduro políticamente, con la dura experiencia de los años en que… los primeros años de su creación política, cuando sitiado por los abogados, bogotanos, ¿no?, se dio cuenta de que la democracia de tipo anglosajón no podía funcionar aquí. De que cierto tipo de libertades, llamémoslas liberales, para usar la palabra convencional, no podían funcionar aquí. ¡Que estos pueblos jóvenes, inmaduros, necesitaban gobiernos patriarcales, gobiernos fuertes! ¡Que necesitaban un poder moral!, que él instituye en la Constitución Boliviana aparte de los tres poderes clásicos, ¿no? Que creo que son los llamados de Montesquieu… en fin, yo no soy un político… así… no manejo muy bien el vocabulario político… Él añadía, ¡el poder moral!, que es el que ha venido a fallar finalmente en estos países.
Han más o menos funcionado, el poder ejecutivo con sus presidentes, el legislativo con sus congresos, el judicial, con sus jueces, aunque todo, al final, ha hecho crisis. ¿Por qué ha hecho crisis? ¡Porque ha faltado la moral! ¡El poder moral! Por eso se ha hundido todo eso. ¡Bolívar en realidad no quería, por estos, para estos países, una democracia al modo anglosajón. No la quiso nunca! ¡La querían otros!, los abogados, ¿no? ¡Él quería un principado al modo romano, o un imperio al modo español!
—¿Por qué el fascismo no ha tenido mayor incidencia en el mundo?
—Bueno, tal vez, porque hubo un… pequeño detalle, ¿no?, que fue derrotado, en una guerra, ¿no? Y por eso quizás ha caído ‒porque la historia la hacen los vencedores–, por eso ha caído una opinión, ¡tan adversa!, ¡tan adversa!, sobre esa figura… para mí, es, eh, eh… ¡extraordinaria!, ¡y heroica!, y, ¡y… ejemplar! ¡de grande escritor!, ¡de gran gobernante!, de, ¡de gran político!… que para mí… ¡de gran creador político!, y que fue para mí Benito Mussolini. Yo sé que es insólito decirlo y que eso ya no se lleva, ¿no? Y que eso fue derrotado, pero yo creo que no está mal ir uno con las causas perdidas, ¿no? Porque… creo que no es mucha la gente que va con las causas perdidas. Y yo me he considerado siempre casi, casi, una especie de motín unipersonal… y me preguntaron alguna vez cuál era el mayor orgullo de mi vida, contesté: el mayor orgullo de mi vida consiste en que nunca me he vendido y en que nunca he sido un yes man; el que dice siempre que sí”.
Incensemos pues esta piedra angular del terruño, este entusiasta invocador de “la moral” de Benito Mussolini, de Francisco Franco, de Adolf Hitler, de Mariano Ospina Pérez y de Laureano Gómez con unas palabras de Juan Gustavo Cobo Borda, citado por Harold Alvarado Tenorio, sobre lo sublime de dicho faro humano y su enmelocotado nicho intelectual.
“[…] los piedracielistas confundieron la poesía con el elogio a las reinas de belleza y ‹‹el conocimiento de nuestra situación con el fascismo››”
“Lo verdaderamente grave (de los piedracielistas) fue su cobardía, su temor verbal, sus temores insípidos. No atreverse a ir nunca más allá de lo prefijado, no por la Academia, que jamás ha existido, sino por su propia conciencia conservadora. No ser capaces de combatir a un enemigo que diariamente los hería. Se hablaba de realidad vital, de la huella profunda de la sangre, pero los versos jamás dijeron nada distinto a su nostalgia desvaída”.
Eduardo Carranza, de adolescente y de anciano, con pleno conocimiento de una Colombia rural lacerada por la histórica y sangrienta superposición de diferentes capas de vulneraciones a los Derechos Humanos, invoca entonces, como si nada, de modo reiterativo y en voz alta “el poder moral” de múltiples genocidas.
Eduardo Carranza, el mismo conservador hipócrita que al momento de encenderse La Violencia en sus versificados Llanos Orientales de Colombia, contando con incidencia política en las más altas esferas del Estado nacional, es decir, con el poder de auxiliar de manera expedita a esa humilde población campesina –supuestamente de su admiración, y ahora convertida en carne de cañón–, no tuvo reparo alguno en darle la espalda y abandonar cómodamente el país gracias al favoritismo directo de sus amigotes genocidas, los mismos expresidentes verdugos de su tal “Llano llanero”: Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez, quienes a modo de evasivo premio, lo ponen a viaticar a cuerpo de rey con dinero del erario como embajador cultural en la España fascista de Francisco Franco, otro de sus encumbrados y admirados asesinos en ejercicio.

Ahora, a modo de hilo conductor actualizador, atestiguamos en vivo y en directo (hasta el “celeste cielo celestial y célico” del día de hoy) a una gazmoña y vulgar élite política regional orinoquense que desde su cerrera y nuevorriquista ignorancia entroniza en almíbar a este personaje de marras mientras invoca en coro y sin rubor “la moral” de Álvaro Uribe Vélez, otro carismático, y muy devoto, criminal neofascista en fase de juicio.
En el ámbito contemporáneo exterior, el 18 y 19 de mayo de 2024, en Madrid, España, el partido Vox aglutinó a la internacional ultraderechista en su autodenominada “gran convención de patriotas”, Europa Viva 24. Este mitin, que a escasos días de las elecciones del Parlamento Europeo tuvo como objeto la unificación, ahora en plena marcha, de las ultraderechas de Europa y América, fue específico en su espacialidad, en su estética abiertamente neonazi: reminiscencia y actualización tecnológica de las convenciones de los años 30. Iluminación dramática de pronunciados claroscuros con potentes y móviles haces de luz sobre un diseño escenográfico de gran escala, simetría bilateral con banderas nacionales verticalizadas a lado y lado, contemporáneos altavoces ‘retro’ a modo de estandartes, un atril hipercentralizado. Todo ello como ambientación para el despliegue, aderezado musicalmente, de una sucesión de discursos esencialistas, maniqueos, supremacistas, eurocéntricos, monoculturales, clasistas y racistas aglomerados en torno al núcleo duro de la actual geopolítica genocida del gobierno de Israel, el «invitado de honor» de este cónclave.

“¡Soy católica, soy madre de cuatro hijas, y hay que acabar con los izquierdistas, hay que acabar con los comunistas que quieren amenazar a nuestras familias y nuestras libertades. No se pueden rendir. Tienen que pelear porque en este momento quieren destruir a nuestra civilización, quieren acabar a nuestra religión… Qué Dios los bendiga a todos!” (Mercedes Shlapp, EEUU, Directora de la Conferencia Política de Acción Conservadora, CPAC).
La cuota colombiana en esta teatralizada y “civilizatoria” declaratoria de batalla cultural a modo de “guerra santa” fue María Fernanda Cabal, precandidata presidencial, supuesto faro moral y personaje hegemónico–referencial, junto a su esposo y su colectividad política, de nuestro obediente y belicista conglomerado pastoril de ultraderecha regional.
Espeluznante cruzada. Atentos.

Para cerrar, volviendo a la transcripción de la entrevista de RTVE, ¿cómo se nos da en estado silvestre esto de “Biblioteca Eduardo Carranza” de la “Casa de la Cultura Jorge Eliécer Gaitán”, algo así como “Biblioteca Joseph Goebbels” de la “Casa de la Cultura Ana Frank”?
(Del manuscrito Villorio Splendor).
*Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición del medio.
