«En el oriente se esconde un tesoro y hoy eres puerta de esa gran riqueza»
Una ciudad invisible, invisibilizada bajo nuestros pies
#Opinión
08/10/2024
Por: Ómar Eduardo Gómez Reina
Señoras y señores de la Alcaldía Municipal de Villavicencio, del Concejo Municipal de Villavicencio, y por lógica extensión —porque es obvio que constituyen por turnos el mismo conglomerado de poder político—, señoras y señores de la Asamblea Departamental del Meta y de la Gobernación del Meta: debajo del puente ubicado entre el Parque del Hacha y la Corporación Universitaria del Meta, Unimeta (Cra 22 # 35 ‒ 54) —y debajo de varios puentes de la ciudad—, en medio del opresivo vaho de la contaminada cuenca del Caño Gramalote, desde mediados de los años noventa, sobreviven en “cambuches” grupos de personas locales y procedentes de diferentes regiones del país que son merecedoras del ejercicio de cada uno de los Derechos Fundamentales consagrados por la Constitución Política de Colombia de 1991.
Es inexcusable que en una ciudad con una escala administrativa como la nuestra, y en una región tan espaciosa como la Orinoquia, abundante en terratenientes y ensalzadas haciendas, al cabo de treinta años este hecho oprobioso persista como si nada, sin enmienda alguna.
No normalicen, no normalicemos la presencia de nuestros habitantes de calle a través de políticas de gestión social asistencialistas, “caritativas”, superficiales. Una problemática social estructural requiere soluciones sociopolíticas estructurales, cerebros, corazones y manos a la obra. Articulen y gestionen, por ejemplo, porque es viable, la salida a esta ignominia con el programa regional en marcha de Reforma Agraria.
¿Cuántos poblados bien planificados y con proyectos productivos a bordo caben en una quinta parte, en una décima parte, o menos, de un hato? ¿Cuántos en una ínfima porción de un mega hato? Hagan las cuentas, señoras y señores, porque frente a lo escandaloso de esta histórica y grotesca «tradición» acumulativa y «legalmente» acaparadora de la tierra en Colombia, muy desconsiderado pretender perpetuarla ahora a base de ecoturismo, conservacionismo y patrimonialismo de perspectiva latifundista: poco y nada sociocrítica, satisfecha y refrendada desde la derecha a través de narrativas culturales y politiqueras tibias, light o cerriles de lo «identitario», la «llaneridad» y las «llaneridades».
¿Y de la restauración integral de nuestros cuerpos de agua qué? ¿Por qué esa hipocresía, ese doblez burocrático discursivo, esa retórica vacía cuando se refieren cada año con tanta alharaca mediática al sector de Gramalote como un lugar histórico fundacional, pero en la realidad del día a día sujeto al abandono, a la desidia gubernativa más infame? ¿En verdad, así de banal, así de superflua, así de mediocre, arribista y fantoche es su praxis política y su comprensión de lo sociocultural? ¿Por qué aún de espaldas, ciegos desde los vidrios oscuros de sus opulentas camionetas a nuestras fuentes hídricas y a lo que sucede en torno a ellas, si en efecto se trata de un componente vital de nuestros invaluables procomunes? ¿Por qué? ¿A cuenta y a cuento de qué?
(Fotos: Ómar Eduardo Gómez Reina, viernes 27 de septiembre de 2024, 12:00 m. Agradecimientos a Fabio de Jesús Gil Montoya «El paisa», amigo y librero del centro de Villavicencio.)