En UNIMINUTO no hay rumores; hay acoso y abuso
Violentos, encubridores, intolerantes, misóginos, patriarcales, machistas, leves, vendidos, traicioneros, santurrones, solapados, hipócritas, mentirosos e inconsecuentes; sí, así son las directivas de la UNIMINUTO de Villavicencio. En principio quise hablar de la universidad, pero las instituciones son principios y no personas y esta no tiene la culpa de los tartufos que la manejan como una pandilla que se tapa las andanzas de sus compinches y no escucha y tampoco da razones.
Y el diablo perfumándose para irse de fiesta.
Desde luego el problema es mío y solo mío, porque crecí creyendo que la academia era una de las más grandes instituciones en la historia. El ágora no debía -en mi imaginario- agotarse jamás, las mentes núbiles en ella entre iguales, el conocimiento libre y las disquisiciones apuntando a todas partes porque en democracia la diferencia es paz. Luego me di cuenta de que una cantidad de gente que le debe cuentas a la historia maneja la academia, que esta es un negocio y que por más que usen el laicismo la iglesia está ahí metida y nunca habrá libertad para la crítica.
Y el diablo bailando mientras tomaba aguardiente.
La crítica es un mal para la conveniencia, la crítica es la amiga del oportunismo de los déspotas y la crítica está encerrada en prejuicios de estos. Pero la crítica es una clara señal de la democracia, del respeto de la otredad, del saber social, del arte y de la academia. La crítica no hace daño, lo que sí lo hace es la injuria y la calumnia, pero también lo hace el acoso y el abuso; y encubrirlos y perseguir a quien critica y denuncia. El malleus maleficarum no combatía a las brujas, combatía a la diferencia.
Y el diablo lamiéndose la lengua viendo a Silvia sentada con su minifalda.
El problema para UNIMINUTO no es el posible acoso, aunque no creo en ese “posible”, creo que los y las denunciantes no mienten. El problema para ellos es la crítica, el problema son esas voces, porque como en cualquier negocio los escándalos se tapan para no afectar la imagen. Lo que agrava el problema es el silencio público en una universidad que enseña a los estudiantes que en las crisis institucionales lo peor es el silencio oficial. Amén por esos nueve semestres de comunicación social y periodismo.
Y ese diablo ya con ganas de verle el culo a Silvia mientras seguía bailando y bebiendo aguardiente.
La UNIMINUTO Villavicencio tiene antecedentes de encubrir y mentir. Desde el 2013 ha habido voces de denuncia de casos de posible abuso de un cura de esa institución, pero el asunto se mantuvo en silencio hasta que se enfrió. Lo mismo hicieron con la Casa Robín por más de 10 años, hubo silencio, desviaron la atención e incluso mintieron en los boletines de prensa y las respuestas a los derechos de petición respaldan que en efecto mintieron, se “pavonearon” y manipularon hasta el cansancio.
Y ese diablo ya bailando cerquita de Silvia a punto de formar un lio de San Putas.
A las víctimas se les revictimiza con los malos procedimientos de denuncia, con abogados cómplices que absuelven, con el silencio y cuando este mismo encubre a los agresores. Yo defiendo el derecho al coqueteo, lo hago, me gusta, pero este tiene un límite y es el “No”. Las relaciones humanas dependen del consentimiento entre las partes, una cita depende de que dos personas acepten, un beso depende de las ganas de dos de besarse, una agarrada de culo depende que la agarrada quiera que le estrujen esas carnes y que viva el amor, el sexo, las pieles, las humedades y todo lo que nos hace animales cometiendo “pecados” así a la iglesia no le guste.
Y ese diablo bailándole a Silvia y ella mirándolo con desdén.
Nada más rico que el coqueteo, que perderse con alguien, que dejarse ir en los oscuros, que meterse en el caño cercano a la antigua sede del Parque Infantil a hacer travesuras, o subir por unas escaleras infinitas de una sede del centro y regresar cagados de la risa, hasta con pena, limpiándose las babitas de las comisuras, ajustándose la tanga y el bóxer. Sí, sí a todo eso, pero con consentimiento mutuo y sin coerciones de una nota académica de por medio.
Y el diablo le picaba el ojo a esa Silvia que estaba hecha fuego, mientras ella sabía que no era la presa, que el pobre diablo ese día lo iban a cazar.
También es acoso el insistir, la coerción y la amenaza y lo es mucho más cuando el machito ostenta cierto grado de poder, porque el profesor -el título de maestro les queda grande- es una figura de poder y el o la estudiante está en una posición de desventaja y si no me creen miren como a las denunciantes las han invisibilizado y perseguido. Si la situación fuera al revés, la estudiante ya estaría expulsada y el rector hubiera salido con un discurso desde el altar moral a hacer alardes.
Y Silvia en la pista bailando toda fiera, recia, moviendo carnes y maquinando contra el pobre diablo que ya estaba estrábico viendo a ese delirio.
La violencia es multidimensional y heterogénea, entonces el perseguir docentes, emplazar estudiantes, guardar silencio, amenazar, minimizar e invisibilizar la crítica son actos violentos. Desde luego no se trata del linchamiento institucional a los denunciados, el debido proceso debe garantizarse, se trata de guardar silencio, de no apartarlos de sus cargos mientras la investigación avanza, de irse contra los y las denunciantes, de amenazar a las docentes que han acompañado a las estudiantes, de abrirles procesos disciplinarios y de no salir con un mensaje claro rechazando estos actos.
Y Silvia ya tomando aguardiente con ese diablo que ya no hablaba, que ya era un mar de impulsos.
La comunicación para el cambio social sin debate, sin el encuentro de las ideas, sin tolerancia, sin justicia y sin que todas las voces se integren, incluso las que disienten, nunca será. Ante los errores institucionales para recibir las denuncias de las víctimas, que las revictimizan y que tiene a una docente con un proceso disciplinario abierto, es claro que lo de la UNIMINUTO no es un rumor; es acoso y abuso.
El diablo se fue diluyendo, pasó de desear a ser deseado. Silvia ajustándose su diminuta falda y mientras sonreía se le fue encima y le dijo: “usted no me sirve ni para el arranque, Juan Pablo”.