Felipe Harman desprecia a Villavicencio

Felipe Harman desprecia a Villavicencio

Hace poco, el alcalde de Villavicencio publicó una especie de columna de opinión insulsa titulada “Hay una clase política que desprecia a los pobres”, un remedo de texto reduccionista que intentó impulsar su imagen de “cambio” y que lo único que pretendía era –lo que hizo durante toda su administración– vender humo. Y por supuesto que existe una clase política que desprecia a los pobres, sin embargo, Felipe omite que él hace parte de esa clase política.

Harman aseveró que: “En este gobierno no hicimos nada distinto a lo que ustedes eligieron”, lo que no es cierto, su mediocre plan de desarrollo no logró materializar lo que prometía en campaña y lo ínfimo que alcanzó a reflejar en esa propuesta se caracteriza por la falta de cumplimiento de productos asociados tan esenciales como lo que tanto vociferaba al inicio de su administración: “Implementar una plataforma de gobierno abierto”; algo contradictorio, pues la Personería Municipal de Villavicencio ordenó abrir 14 actuaciones disciplinarias a funcionarios de la administración municipal por obstaculización del acceso a la información.

Así mismo, esa ejecución del plan de desarrollo ni siquiera esbozó muchos de los proyectos que de forma grandilocuente abanderaba en campaña y en su programa de gobierno: “Un sistema de teleféricos”, la “Mega Biblioteca” o los dos “Mega Jardines”, solo por mencionar algunas de sus megapomposerías que son el reflejo de su complejo de inferioridad. También se atrevió a decir que: “Sé que para algunos es difícil entender el valor del cambio y la dignidad, pero hay una inmensa mayoría que lo ve y lo siente a diario”, sin embargo, a Felipe, su delirio no le permite evaluar ni las estadísticas de su desfavorabilidad, por el contrario; salió a victimizarse con esa paupérrima columna diciendo que su baja popularidad se debe a que invirtió en los “barrios históricamente olvidados”. En definitiva, el cinismo es lo suyo.

Y claro, como el enfoque era apelar a la demagogia, en esta ocasión no mencionó el Parque Metropolitano Alma Viva –como sí lo hizo hace un par de meses en el publirreportaje de El Espectador en alianza con Asocapitales– ese parque que reúne un cúmulo de inconsistencias desde el inicio; la enorme trivialización de un proceso de participación que fue precario y que no aunó el sentir de la ciudadanía, la contratación de la Sociedad Colombiana de Arquitectos para la construcción de las bases del concurso de diseño –una organización con mediocres concepciones presupuestales; algo que quedó demostrado, pues el proyecto está sobredimensionado en más de nueve mil millones de lo establecido inicialmente–  incluso, la administración no ha logrado evidenciar un análisis urbano consistente para soportar la pertinencia de un parque de escala «metropolitana» colindante a uno de escala de ciudad como «Los Fundadores» y uno de escala comunal como el «Parque Villa Bolívar», el proyecto de Alma Viva lo que suscita es una concentración de espacio público efectivo en una zona de la ciudad y no promueve la redistribución que el territorio requiere, pero estas son discusiones que la administración municipal nunca ha querido abordar, pues lo que impera con este tipo de proyectos es la demagogia ambiental, la falta de rigurosidad con el futuro de la ciudad, la promoción y el favorecimiento de dinámicas de gentrificación, ya que una gran porción del terreno aledaño al parque es propiedad de Amarilo y lo tienen contemplado para el desarrollo de vivienda. Sin contar las enormes prebendas que Felipe le pretende otorgar a esa constructora con la revisión del POT; pero eso será tema de otra columna.

A Felipe también se le olvidó mencionar que su desgobierno se ha caracterizado por desconocer las dinámicas de desarrollo urbano de Villavicencio, a tal punto que para la ejecución del producto asociado del plan de desarrollo en donde se estipula la construcción de mil viviendas en su cuatrienio; solo se puede avizorar el avance a traspiés del proyecto “La Victoria”, pero para las unidades habitacionales restantes y como lo aseguró Piedemonte: convirtieron en bien fiscal del municipio un área destinada a cesión de equipamiento comunal del plan parcial hacienda Rosa Blanca. Una movida estulta que lo único que promoverá es una densificación perjudicial e innecesaria para la ciudad, la carencia de espacios para la habilitación de equipamientos de soporte urbano y una segregación intensiva al no tener en cuenta elementos esenciales del equilibrio territorial en las actividades y los usos del suelo.

Igualmente, omitió uno de sus principales caballitos de batalla en campaña que era “solucionar el problema del agua en la ciudad” y su dichosa “solución definitiva” que publicitó hace más de un año con la ministra de vivienda, algo irónico porque ni siquiera es palpable alguna de las tantas versiones de la “solución definitiva” que ha planteado. Seguramente no será la que anunció en la pantomima que hizo en agosto del año pasado con el ahora exalcalde de Medellín –Daniel Quintero– en donde aseveró que firmó un convenio entre Empresas Públicas de Medellín – EPM y la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio – EAAV “para resolver el problema de agua potable”, convenio que nunca se firmó; según una respuesta que la EAAV dio a un derecho de petición que interpuso la Veeduría Popular de Villavicencio. Este hecho debería tenerlo en cuenta Felipe para sus videos pueriles de “las mentiras de la semana”. 

Lo que no se le olvidó mencionar fue que la administración municipal “ya ha legalizado 26 barrios en la ciudad y al concluir el gobierno serán 30” y es con esa premisa final con la cual remata diciendo que: “nuestro compromiso es con los más humildes. Mientras hay una clase política que desprecia a los pobres”. Harman nuevamente con sus ridiculeces y su precario nivel de autocrítica, ya que, por supuesto que es necesario garantizar la legalidad de barrios en la ciudad, pero esto no debe ser a costa de no planificar las condiciones mínimas de espacio público efectivo contiguo a esas áreas, de no cumplir con los estándares para la adecuada prestación de servicios públicos, o de no entender la necesidad de una estructura de equipamientos de soporte urbano para esos barrios; en eso sí consiste la dignidad y no en un afán legalista de improvisación para hacer videos mediocres y lanzar premisas caudillistas; porque eso lo único que evidencia es que Felipe Harman desprecia a Villavicencio.

*Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición del medio.

David Díaz

David Díaz

Arquitecto, veedor de la Veeduría Popular de Villavicencio y cocreador de Vértice: un pódcast de crítica y opinión sobre arquitectura y ciudad.

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