Felipe Harman y el gatopardismo

Felipe Harman y el gatopardismo

Desde la construcción del lema de la administración de Felipe Harman –“Villavicencio cambia contigo”– ya se podía observar la intención manipuladora de posicionarse como la transformación, el cambio, esa falsa idea de alternatividad; sí, ya se avizoraba al caudillito enarbolando las banderas del gatopardismo: “cambiar todo para que nada cambie”; toda una apuesta neoliberal.

Hay múltiples elementos que evidencian esta afirmación y que han sido el derrotero en la ejecución de lugares comunes; como la marcada rimbombancia en cada acción de la Alcaldía que pretende vender exponencialmente todo, es el actuar desde la ramplonería de espectacularizar hasta la pintada de un sardinel roto; probablemente en unas semanas lo venderán como urbanismo táctico, lo que no sería raro en una administración que se ha caracterizado por la oda a la renderización.

El caudillismo habitual de Felipe no se refleja solo en la gestualidad de sus ademanes de poder, las acostumbradas fotos y videos miserabilistas donde intenta vender una estética de sacrificio en el trabajo “24/7”, su comportamiento de mando mientras el corrillo servil lo sigue y el constante uso de frases reduccionistas que ansían denotar aciertos –como: “diciendo y haciendo”, una consigna refrita de Pastrana–. Y por supuesto, no se pueden dejar de lado las imágenes comiendo y durmiendo en la bocatoma, removiendo escombros con una pala o limpiando caños solo por pose. Lo anterior lo complementa con la estética guerrerista ante la crisis de inseguridad del municipio; pretendiendo aminorarla con videos en donde abunda la música de suspenso y las tomas de calles militarizadas bajo la creencia de instaurar el mensaje de: “lo estamos dando todo para garantizar territorios seguros”, sin embargo, la policía continúa con sus prácticas abusivas, criminalizando y violando los derechos humanos.

Las prácticas autoritarias de Harman han llegado al punto de estigmatizar a la prensa y a la ciudadanía bajo la misma ruta de engaño con la que hace sus recientes salidas en video: “las mentiras de la semana”, en donde apelando a una estrategia retórica básica; retuerce el argumento y termina respondiendo algo que nada tiene que ver con lo expuesto por parte de la comunidad y los medios de comunicación, el amedrantamiento y la ridiculización son otras de sus modalidades opresivas. Ese autoritarismo también se percibe de manera muy clara en la toma de decisiones al momento de nombrar personas sin idoneidad en altos cargos, ya sea por amiguismos, por subsanar favores de campaña o por mantener ese falso ambiente de gobernabilidad.

El delirio de poder de Felipe ha traspasado las esferas de la administración municipal para abanderar un carrerismo político en otros cuerpos, no solo en el ámbito legislativo; sino reencauchando consignas a nivel territorial para intentar posicionar a sus sucesores que, con militancias precipitadas, pretenden ganar a punta de acumulación de logos de la pseudoizquierda. El desvarío del caudillito lo ha llevado a aplicar a Harnecker a la inversa: cae en las deformaciones habituales de la práctica política burguesa, no acepta la autonomía de las organizaciones populares, propugna por un mandato individualista, pero para no aceptar que se dejó cooptar por el sistema seguirá vociferando su actualizado lema: “el cambio es un hecho”; aunque nada cambie.

*Publicada el 4 de mayo de 2023.

*Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición del medio.

David Díaz

David Díaz

Arquitecto, veedor de la Veeduría Popular de Villavicencio y cocreador de Vértice: un pódcast de crítica y opinión sobre arquitectura y ciudad.

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