Lavado de cara ‘A Fondo’

Lavado de cara ‘A Fondo’

#Opinión

19/01/2024

Por: David Díaz

Esperaba que mi última columna sobre la administración de Felipe Harman fuera la que se publicó a mediados de diciembre –en la que expuse las mentiras de sus alianzas con Daniel Quintero– pues en mi posición de veedor ya era momento de pasar página y concentrarme en hacerle control a la nueva administración municipal de Villavicencio, es decir, al entrante gobierno de Alexander Baquero. Sin embargo, un episodio del mes pasado de A Fondo, el pódcast de la periodista María Jimena Duzán –y del cual soy un escucha acucioso– me trae de nuevo a este punto; mi objetivo es enfocarme en hacer una crítica periodística –un análisis de las pretensiones discursivas de Duzán– pero inevitablemente acudiré a hechos de la administración de Harman y su entramado politiquero con el fin de contextualizar a la periodista.

Precisamente considero que uno de los principales “errores” –y lo entrecomillo porque más adelante quiero discernir sobre si es una falla o no– fue la carencia de contexto; María Jimena abordó ese episodio del 21 de diciembre con condescendencia; y de forma sentenciosa llegó al punto de –en el video con el que anunció la publicación del episodio– asegurar que se trataba de la historia de “un político de izquierda que tiene éxito”, aseveración funesta que complementó en el inicio de la entrevista diciendo que: “A Fondo quiso exaltar la labor de un alcalde”. Y es que esto ya trasciende esa frontera de la muletilla reiterada de Duzán de asentir ante casi cualquier enunciado de quienes entrevista; la periodista fue complaciente –no solo por su intención de exaltar un gobierno– sino porque omitió labores esenciales del periodismo como cuestionar al poder y buscar la verdad.

Y por supuesto que reprocho la precariedad de contexto y laxitud argumentativa porque su responsabilidad era informarse, aunque también es evidente –y con esto no pretendo exculparla– que existe todo un corrillo mediocre que se ha encargado de lavarle la cara a Felipe ante el país, es una larga lista de politiqueros y politiqueras que cumplen con esa labor; desde quienes militan en esa izquierda indefinida y divagante –como lo definiría Gustavo Bueno–, hasta las cuentas en Twitter y bodeguitas, que al igual que María Jimena, equiparan la “izquierda” con “progresismo”, “alternativa”, “independencia” y demás eufemismos gatopardistas de proyectos políticos que vociferan superficialmente conceptos como “justicia social”, por puro esnobismo, porque les funcionan electoralmente o por ínfulas alambicadas que ni dimensionan.

De los casos más repudiables de esos “publicistas” de Harman, me quiero detener en algunos nombres: Gustavo Bolívar, el “político” no político, ese mismo que presume su apoyo irrestricto a la protesta social, ese que se ha atrevido a enaltecer el proceder de Felipe en las manifestaciones de 2021; haciendo hincapié en la necesidad de diálogo y concertación, incluso, llegó a decir en una entrevista que Villavicencio fue “la única ciudad durante el estallido social donde no salió el ESMAD”, la misma consigna que replicó María Jimena en el pódcast y que es completamente falsa.

Es necesario recordar que en el paro de 2021 en Villavicencio Harman se caracterizó por acudir a acciones estigmatizantes, de cooptación y a no brindar garantías ante el actuar desmedido de la Fuerza Pública, como el audio que circuló el 22 de mayo, en el que Felipe –de forma irresponsable– le endilgó “actos vandálicos a manifestantes de Llano Lindo” –el punto de resistencia–, por la intervención del sistema de cámaras de la concesionaria de la vía Villavicencio – Bogotá, generalización que se sumó a sus reiteradas premisas difamatorias. Así mismo, el 31 de mayo, día en el que dos manifestantes aseguraron que “los de Unillanos nos van a vender y por eso nos judicializarán”, información transmitida por Felipe Harman –según contó uno de los jóvenes, testimonio que quedó consignado en el informe de derechos humanos de la Corporación Choapo–, esto después de una reunión en la que aparentemente les hizo una oferta de empleo a cambio de la entrega pacífica del punto. Incluso, el 5 de junio, día en el que la Fuerza Pública desproporcionadamente arremetió en contra de la manifestación e incautó de forma arbitraria bienes que se encontraban en el punto de resistencia; el silencio imperó.

A esto se suma la persecución a manifestantes por parte de policías sin identificación, las declaraciones del director de Convivencia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Villavicencio –el 18 de junio– donde responsabilizó y endilgó actos de terrorismo a la manifestación –aseveraciones que Harman nunca rechazó–, la coerción del gremio de taxistas y camioneros –para desarticular su apoyo al paro–, la frecuente confabulación con la policía de tránsito para mentirle a la ciudadanía con cierres falsos de la vía y el posicionamiento en medios de comunicación de la falsa imagen de ciudad pacífica. El doble discurso de Harman, que en el pódcast con Duzán dijo que “no la jugamos toda por el diálogo” y que al inicio del paro exaltaba el mérito de las expresiones movilizadas y su concienzudo actuar, pero que por otro lado citaba a jóvenes a despacho para constreñirles a partir de lo que eufemísticamente llamó “despliegue institucional”; hoy es uno de sus legados, ser el artífice de la estrategia que intentó desarticular un proceso de manifestación en Villavicencio que ha sido histórico en el país.

Así mismo, está María José Pizarro, quien en el episodio de A Fondo –del pasado 01 de noviembre– abanderó la misma táctica de lavarle la cara a Felipe y en dupla con David Racero manifestaron su deseo de que Harman llegue a hacer parte del gobierno nacional. Lo que sería otro desacierto de Petro. En múltiples ocasiones Racero y Pizarro han ejecutado la misma pantomima, incluso, Pizarro ha resaltado el manejo de Harman en el paro de 2021, pese a que el 23 de julio de ese mismo año –en la audiencia pública sobre represión policial y experiencias de diálogo en la protesta– la contextualizaron sobre los casos de estigmatización y persecución de la Fuerza Pública en Villavicencio. En esa bancada de “publicistas” de Felipe también se encuentran Clara López, Wilson Arias e Isabel Cristina Zuleta. De hecho, gran parte de ese séquito legitimó y le levantó la mano a la mediocre candidata para la continuidad de Harman en la Alcaldía de Villavicencio –Irina Salas– la insulsa apuesta electoral con mayor acumulación de logos del país, según la Misión de Observación Electoral trece organizaciones políticas la acompañaron y como era de esperarse perdió contundentemente; otra evidencia de la desastrosa administración de Felipe, quien le entregó la ciudad a la derecha como resultado de replicar el mismo actuar de la política tradicional que tanto critica.

En términos electorales María Jimena acude –al inicio del episodio– a una inferencia muy interesante para el análisis: “Harman fue elegido por un movimiento independiente: ‘Somos la alternativa’, que reunió a todos los movimientos de izquierda y progresistas, a todos, impresionante”, y a parte de que eso impresione a Duzán o no; lo apremiante sería que la periodista conociera la realidad de esos movimientos y partidos que, en los últimos cuatro años vivieron una cooptación abyecta por parte del proyecto politiquero de Felipe: la incursión de militancias precipitadas para apoyar sus candidaturas y direccionar avales, la imposición de perfiles con una notable carencia de preparación política y la evidente manipulación de Harman para minimizar las voces disidentes. A esa aseveración de María Jimena la antecedió una declaración a todas luces superficial, pues dijo que: “la percepción sobre su gestión es dividida y depende de quien la mire, lo único en lo que están de acuerdo sus críticos y las personas que lo aplauden es que fue el alcalde de los sectores más olvidados”, y aquí nuevamente debo diferir de la ligereza de la periodista, ya que, pretender posicionar ese enunciado demagógico es faltar a la verdad, pues en la administración de Harman lo que se pudo evidenciar fue el habitual actuar de la política tradicional: el torpedeo del control social, la obstaculización del acceso a la información, la carencia de autocrítica, la falta de planificación en la gestión pública, la estigmatización, el amedrantamiento, la grandilocuencia, la improvisación y el imperante autoritarismo.

Con esa antesala, María Jimena llegó a lo que considero la esencia de su intensión con ese episodio, pues aseguró que: “la gran discusión es si la izquierda en el poder en Colombia está preparada para gobernar”, y utilizando a Felipe como quien se jacta de un trofeo –como caso de “éxito”, o como si la voz de él fuera relevante– dio paso al lavado de cara con el objetivo de instaurar esa vil narrativa: “Me pareció importante terminar este año con una entrevista con Felipe Harman, un joven de izquierda, que llegó a la Alcaldía de Villavicencio con una agenda de cambio de izquierda y que demostró, a pesar de todos sus errores, que la izquierda sí sabe gobernar”, vociferó Duzán, una periodista que no subestimaré; pues si bien el episodio estuvo atestado de palpables errores periodísticos, no los podría categorizar como un descuido, desliz o ingenuidad, no, María Jimena conoce a la perfección su agencia política y –con la meticulosidad que la caracteriza– sabe la agenda que desea marcar con su plataforma. En este episodio, cuestionar al poder –como debería ser– no fue la labor de Duzán, por el contrario; de forma rampante se dedicó a establecer un relato vergonzoso, complementando a Harman y glorificando su gestión sin conocerla.

En toda la entrevista solo hubo un fugaz atisbo de cuestionamiento por parte de María Jimena: “qué fue lo que pasó con la prensa: sus enfrentamientos con la prensa fueron duros y álgidos, incluso sus reclamos airados ameritaron un comunicado en la FLIP por estigmatizar a los medios de comunicación”, a lo que Felipe, de forma socarrona respondió que: “no es que la prensa haga mal su trabajo o no, creo que definitivamente los gobernantes podemos interpelar la prensa y controvertir la verdad con ella: en medio del respeto y en medio de los canales democráticos que implican”. Enunciado con el que estoy de acuerdo, pero lo que Felipe hizo no fue controvertir desde el respeto, de hecho, a lo que se dedicó –desde lo que nombró “las mentiras de la semana”, unos despreciables videos que hizo con regularidad– fue a estigmatizar, amedrentar y ridiculizar las denuncias ciudadanas, las veedurías, las organizaciones sociales y los medios de comunicación. Posterior a la respuesta de Felipe, Duzán planteó –con un tono entre interrogante y afirmativo– que: “la controversia era sobre la gestión suya como alcalde”, a lo que Harman se escabulló con “no me acuerdo realmente por qué fue”, y desviando la atención e intentando equiparar ese conflicto con el enfrentamiento con los clanes tradicionales logró que María Jimena no interrogara más al respecto. Lo cierto es que Felipe no solo aseguró que Juan Guzmán –periodista de La Mermelada– decía mentiras, también catalogó a un medio de comunicación como una “cocina de chismes”, le endilgó falsedades a veedurías y amedrentó liderazgos comunitarios y políticos.

El resto del episodio Felipe se dedicó a responder tangencialmente, con sus usuales y predecibles recursos discursivos para no profundizar y mucho menos complejizar en su fiasco administrativo; y a abanderar la mentira como derrotero, incluso, en referencia al Concejo Municipal llegó a aseverar que él “ya tenía una correlación importante de oposición, del uribismo, del Partido Conservador, de muchos otros actores políticos”, una estratagema ruin y cínica porque la planteó en el contexto de reproche a la supuesta dificultad que tuvo para que el Concejo le aprobara prestamos, al parecer Harman olvida que fue esa corporación acomodada a sus deseos la que le concedió más de 130 mil millones de pesos en deuda. Esa artimaña de hacer énfasis en partidos de derecha como la oposición a este figurín de pseudoizquierda solo busca profundizar en esa idea victimista del “político de izquierda” que “tuvo éxito” pese a tanta oposición, una consigna falaz pues los concejales de esos partidos fueron de sus principales escuderos, de hecho, Ricardo Gómez, concejal del Partido Conservador –hasta antes convertirse en un insulso opositor– era uno de los que más aplaudía los planteamientos de la administración y defendió el inane Plan de Desarrollo Municipal. Si bien la oposición fue incrementando mínimamente con el paso del tiempo –por rupturas politiqueras, porque finalizaron los acuerdos burocráticos o por el inicio de la temporada electoral– algo es claro: Felipe siempre tuvo mayorías en el Concejo, una corporación que se caracterizó por su complacencia con la administración municipal.

La falta de autocrítica de Felipe lo llevó a afirmar que su baja de popularidad fue por la entrada del invierno, porque según él ya había logrado sanear la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio – EAAV, pero aquí es necesario recordar que, con todo y el show mediático –que acostumbraba Felipe a realizar por cualquier nimiedad– desde las veedurías nunca se pudo evidenciar ese supuesto saneamiento –ese énfasis reiterado de que ahora esa empresa le dejaba utilidades al municipio– pues en todos los intentos de solicitud de información las evasivas reinaron y ese refrito de ser “el gobierno de las puertas abiertas” –que nunca existió– cada vez era más irrisorio; pues la constante fue las innumerables maniobras de dilación, tergiversación de la normativa de acceso a la información y escudarse en el derecho privado porque son empresas de servicios públicos –en el caso de la EAAV– o Empresas Industriales y Comerciales del Estado –en lo concerniente a Piedemonte y Alborada– esas fueron sus prácticas diarias, pese a la insistente vociferación de que lo público debe ser público –consigna con la que estoy de acuerdo– pero que para el caso de la administración de Felipe solo fue la herramienta para obstaculizar el acceso a la información y torpedear el control social; algo que se expuso ampliamente mediante informes y denuncias que desencadenaron en las catorce actuaciones disciplinarias que inició la Personería Municipal de Villavicencio contra servidores públicos de la alcaldía y entidades descentralizadas por la sistemática obstaculización del acceso a la información.

Y ante el ambiente servil que instauró Duzán, Felipe se siguió despachando con su arsenal de falsedades sin la más mínima interpelación; y desde su libreto premeditado insistió con que “toda obra que dije que iba a hacer ahí está (…) todas están en obra con su presupuesto asegurado”, como lo hizo en esa pueril columna de opinión en noviembre de 2023, que tituló: “Hay una clase política que desprecia a los pobres”, el delirio de Harman al parecer le impide recordar las promesas de campaña que ni siquiera trasladó al Plan de Desarrollo Municipal: el “sistema de teleféricos”, la “Mega Biblioteca” o los dos “Mega Jardines”, que claramente no se materializaron. Así como el incumplimiento en la construcción y entrega de las Viviendas de Interés Social y las Viviendas de Interés Prioritario, la abstracta “solución definitiva del agua” que nunca se vio o la propuesta de implementar una “plataforma de gobierno abierto” que en cuatro años ni se vislumbró un avance.

María Jimena remató el episodio con ese tufillo de exaltación preguntándole a Felipe si “¿Después de estar cuatro años en el poder, cree que políticos como usted pueden derrotar esos clanes?”. ¿Políticos como usted?, ¿cómo es un político como Harman? Un gatopardista consumado que –pese a ufanarse de ser de “izquierda”– cae en las deformaciones habituales de la práctica política burguesa, estigmatiza la protesta social, no acepta la autonomía de las organizaciones populares, ostenta el autoritarismo, torpedea el control social, abandera el carrerismo político, carece de autocrítica y propugna por un mandato individualista. Una de las principales problemáticas del periodismo de este país es que gran parte ha estado de rodillas al poder –con rescatables excepciones, por supuesto–, y en este episodio lo de Duzán fue un cúmulo de afirmaciones irresponsables, sin contraste, con saña, sin cuestionar al poder, con una agenda clara, sin buscar la verdad y con la desidia que caracteriza a los medios tradicionales, ombliguistas y vergonzosos de Colombia. 

Esto es A Fondo, un episodio lamentable.

*Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición del medio.

David Díaz

David Díaz

Arquitecto, veedor de la Veeduría Popular de Villavicencio y cocreador de Vértice: un pódcast de crítica y opinión sobre arquitectura y ciudad.

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