Centro de Villavicencio, Meta, abril 1 de 2025, 3:30 p. m.

En el Parque Flores a la Memoria (a la memoria de las víctimas de crímenes de Estado, a la memoria de las víctimas del genocidio de la UP y de la violencia bipartidista en el Meta), el alcalducho uribista organiza un evento llamado «Conversemos de espacio público».

El funcionario le cambia porque sí el nombre al lugar, le pone «Plazoleta de las flores».

Uno a uno invitan a la tarima a una arquitecta y tres arquitectos «expertos». Los «expertos» hablan y hablan con glamurosas diapositivas de la armonización debida con los usos informales del espacio público. En la tarima brilla por su ausencia cualquier representación de la masiva y creciente comunidad de vendedores informales de la ciudad.

En las exposiciones de los «expertos» por ninguna parte aparecen análisis situados sobre dinámicas poblacionales y desplazamiento forzado, ni cifras concretas de desempleo, pobreza multidimensional y pobreza absoluta en Villavicencio.

Los «expertos» hablan y hablan acerca de las bondades de la arborización en ciudades cosmopolitas –que han habitado, o han visitado, o han estudiado–, bajo el calor de una carpa que no basta para eludir un implacable solazo en medio de una reciente, oficial y chapucera intervención paisajística arquitectónica en la cual la arborización también brilla por su ausencia.

Al final de la tarde no hubo conversatorio («Hablemos de espacio público»), pero sí una foto de grupo con los «expertos’ y unas insulsas frases de cajón del alcalducho, quien de paso autoalaba su más reciente despliegue de autoritaria chabacanería uribista descargado sobre Camila Cañón, una joven trabajadora del expendio informal de frutas y verduras propiedad de la señora Floralba Plazas ubicado en la entrada del barrio La Madrid.

(Del manuscrito Villorio Splendor).