El mediocre Plan de Desarrollo de Baquero y su Concejo lacayo

El mediocre Plan de Desarrollo de Baquero y su Concejo lacayo

#Opinión

06/06/2024

Por: David Díaz

El 29 de mayo se aprobó en el Concejo de Villavicencio el Plan de Desarrollo Municipal 2024 – 2027 (PDM), el cuerpo normativo que define el derrotero de la administración de Alexander Baquero. Un acuerdo municipal que se caracteriza por la ligereza de su análisis territorial, el desconocimiento de las problemáticas de la ciudad, la profundización de las desigualdades sociales, la negligencia en la sustentación de los productos, metas y presupuesto designado de las secretarías, dependencias y entidades descentralizadas y –como era previsible ante la mayoría gobiernista– la falta de rigurosidad del Concejo.

La mediocridad del PDM “Villavo Somos Todos”

Son múltiples los vacíos y las debilidades del PDM de la administración de Baquero, empezando por lo más básico; en las secretarías, dependencias y entidades descentralizadas no entendieron –o tal vez ni leyeron– el Kit de Planeación Territorial (KTP) del Departamento Nacional de Planeación (DNP), una herramienta que establece bases conceptuales y metodológicas claras para la construcción de los planes de desarrollo del país.

Lo anterior se constata no solo por las copiosas metas que estipularon en el documento sin tener en cuenta el catálogo de productos del DNP –lo que imposibilita un seguimiento acorde al PDM– sino porque al definir las líneas base y las metas del cuatrienio –a parte de eludir el informe que la actual administración realizó del gobierno pasado– las y los responsables de socializar el PDM interpretaron la prospectiva de sus carteras de forma caprichosa, para algunas lo enmarcado en la “meta cuatrienio” era lo que se desarrollaría en esta administración, mientras para otras se debía restar la línea base y el resultado era realmente la propuesta a ejecutar.

La desidia del gobierno de Baquero es tan evidente que ni siquiera prestó atención a algo tan esencial, pues el KTP lo define de manera sucinta: “Valor línea base: el valor del indicador que se toma como de referencia para este periodo de gobierno. Este puede hacer parte del diagnóstico o corresponder a un año más reciente que pudo ser identificado con posterioridad. (…) Meta del cuatrienio: es el valor final del indicador al año de cierre del gobierno local”. Así de clara es la guía metodológica del DNP, pero las y los funcionarios siguen el ejemplo del alcalde: no quieren leer ni estudiar.

Estos elementos no se pueden reducir únicamente a algo “formal”, pues es necesario insistir en que ceñir la definición de productos, líneas base y metas del cuatrienio conforme a lo expuesto en el KTP permite hacer un control efectivo de la ejecución del gobierno. Gran parte de los ejes estratégicos se caracteriza por estas deficiencias, pero no son las únicas; el PDM es un cúmulo de inconsistencias, algunas de ellas se suscriben a la manía obstinada de esta administración de desconocer el marco normativo nacional; como estipular metas relacionadas con la marca de gobierno “Villavo Somos Todos”, pese a que la Ley 2345 de 2023 lo prohíbe.

Otro de los asuntos que devela la mediocridad del PDM es la estructuración de productos relacionados con garantizar el derecho a la vivienda digna, ya que, pese al anuncio rimbombante en la página de la administración con el titular: “Más de 2.500 soluciones de vivienda construirá el gobierno que lidera Alexander Baquero en Villavicencio”, lo cierto es que el documento solo establece entregar 1000 subsidios para la construcción de vivienda –sí, subsidios, no la construcción; como lo demuestra el presupuesto asignado de un poco más de 13 millones de pesos por cada asistencia económica– 800 subsidios para el mejoramiento, 500 subsidios para la construcción en sitio propio y 800 “soluciones” por autoconstrucción. Para colmo, la administración municipal no diferenció las metas entre Vivienda de Interés Social (VIS) y Vivienda de Interés Prioritario (VIP) ni estableció la necesaria distinción de las cifras a alcanzar entre lo urbano y lo rural. Para Baquero la garantía del derecho a la vivienda digna es tan consistente como sus alianzas politiqueras –cuya base debió ser programática– y para comprobar esto solo basta con recordar la muletilla de la insulsa campaña de su aliado Ricardo Gómez de construir 10 mil viviendas.

El precario planteamiento marcado por la administración también se puede observar en los productos fijados en torno al espacio público, de hecho, es tan palpable la insignificante apuesta para mejorar el indicador de espacio público efectivo por habitante que la meta del cuatrienio es de 4 metros cuadrados, pero la línea base reflejada en el PDM es de 3,4; lo que quiere decir que solo aumentarán 0,6 metros cuadrados, una propuesta insignificante teniendo en cuenta el alto déficit de espacio público efectivo de Villavicencio en relación al índice mínimo de 15 metros cuadrados que debería alcanzar la ciudad. Incluso, el producto que determina la construcción de espacio público tiene como meta del cuatrienio 10 mil metros cuadrados, pero la línea base es 0, por lo que no es claro si para el alcance de este propósito se tienen contemplados proyectos en ejecución de la vigencia anterior; como el mal llamado parque “metropolitano” Alma Viva.

Irregularidades similares se presentan con muchas de las metas en torno a la construcción o adecuación de infraestructura, como el producto que propone “Desarrollar obras de infraestructura para mejorar la seguridad”, cuya línea base es 2 y la meta del cuatrienio es 8, pero otro de los productos establece la construcción de 11 Comandos de Atención Inmediata –CAI–, sin embargo, la línea base es 9; un contrasentido por la carencia de soporte de esos puntos de partida que son las “líneas base”. De hecho, otro singular producto es el que determina la construcción de un nuevo parque cementerio para la ciudad; y no porque sea innecesario, sino porque uno de los productos estipula “Mejorar la infraestructura del Parque Cementerio Central” y la meta del cuatrienio es de 2 “Cementerios ampliados”, este es el reflejo del paradójico sentido común de la administración de Baquero.

Ese mismo sentido común que llevó a esta administración a proponer como meta la implementación del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) –un producto obligatorio en todos los planes de desarrollo–, que se mide a partir de 4 documentos de seguimiento (uno por año), pero que ningún producto especifica acciones concretas; como la elaboración del “Plan Maestro de Equipamientos”, el “Plan Especial Centro” o la inclusión de proyectos estratégicos de renovación urbana definidos en el POT. El sinsentido no solo radica en esa inane meta, sino en que el artículo 9 del cuerpo normativo aprobado enmarca la necesidad de que el POT y el PDM se acoplen armoniosamente –con base en la Ley 152 de 1994 y en la Ley 388 de 1997–, premisa que se cumple únicamente como un enunciado vacío sin acciones efectivas a ejecutar.

También es necesario recordar que el empalme entre el plan de desarrollo y el programa de gobierno es de obligatorio cumplimiento entendiendo que constitucionalmente las elecciones territoriales se llevan a cabo de forma programática según la Ley 131 de 1994, con base en esto se encontraron 50 metas del programa de gobierno –radicado por Baquero ante la Registraduría Nacional– que no se identificaron en el PDM. Lo expuesto aquí son solo algunos de los múltiples vacíos e irregularidades, para conocer el análisis completo dejo anexo el documento elaborado por la Red Comunitaria y Ambiental de Villavicencio, la Veeduría Mujeres Libres de Violencia y la Veeduría Popular de Villavicencio; en donde se detallan 209 observaciones, se propone la inclusión de 15 productos nuevos, se determina la insuficiencia en las metas de más de 20 productos y se alerta la carencia de enfoque diferencial, de género y rural en el PDM. (Anexo: Observaciones al Plan de Desarrollo Municipal de Villavicencio 2024-2027).

La pantomima en el Concejo Municipal de Villavicencio

Desde el primer día de socialización del PDM en el Concejo de Villavicencio sabía que el análisis de la discusión y aprobación de ese proyecto de acuerdo no lo iba a poder realizar como debería: desde argumentos técnicos, pues todo lo que pasa en ese recinto es una deplorable puesta en escena. Una pantomima que se caracteriza por la superficialidad de la administración en sus exposiciones, que pasa por las insustanciales intervenciones de la mayoría gobiernista; para coronar con la ridiculez de la ligera y diminuta oposición.

Solo basta con presenciar esos más de ocho días de socialización en comisión primera para evidenciar la parodia del Concejo Municipal, sesiones en las cuales las y los encargados de las dependencias, secretarías o entidades descentralizadas exponían presentaciones que muy pocas veces conocían y no lograban justificar con soportes fácticos la definición de productos, líneas base y metas para el cuatrienio, pero que compensaban repartiendo comida –algo que se volvió cotidiano en esas jornadas– a tal punto que, uno de esos días fue el Secretario de Desarrollo Institucional –Jhony Alexander Moreno Montoya– quien entregó el almuerzo a los concejales y a la concejala. Creo que ya entendí la verdadera función de esa dependencia.

Pero el variopinto equipo del Concejo –los concejales y la concejala– no se podía quedar atrás y cada quien asumió la parodia como debía: apropiándose de esa interpretación burlesca, pero servil. Eso sí, sin olvidar exponer algunos atisbos críticos para garantizar un mínimo de postura “independiente” frente a las cámaras. En esos días de discusión se lograron apreciar grandes consignas del magistral discernimiento de ese equipo lacayo; como cuando en la socialización de metas relacionadas a los subsidios para la construcción de vivienda, el vicepresidente de la comisión primera –Carlos Arley Morales Gil–, haciendo uso del argot popular, sentenció: “regalado hasta un puño”. Sí, el concejal reduce la garantía del derecho a la vivienda digna a una premisa asistencialista.

Generalmente la escenificación de una digna pantomima sumisa requiere del tono satírico, lo cual no suscitó problema alguno para gente con tanta experiencia, pues durante las sesiones siempre se pudo contar con el enorme bagaje de dignatarios versados en el arte del chiste flojo, la ironía socarrona y el conveniente uso de lugares comunes. Sin embargo, el exceso de pericia se debía equilibrar con algún exponente de estulticia y mediocridad; y para desempeñar ese papel no había nadie mejor que el neófito concejal Cristian Ferney Nieves García, quien en la mayoría de sus intervenciones lo único que podía balbucear eran frases de cajón como: “felicitaciones secretario”, “muy buen trabajo el de la administración municipal”, “importante que esto impacte a la comunidad en general” –como si a priori eso significara algo–, y mi favorita, la más reiterada: “ojalá se acojan los comentarios de mis compañeros”.

Con todo ese compendio de estupideces; las jornadas de socialización terminaron y se dio paso al primer y al segundo debate, que en síntesis fueron una oda al aplauso a partir de refritos predecibles: “quiero rescatar la voluntad de la administración y del alcalde”, “con estas extensas jornadas de estudio logramos construir un mejor plan de desarrollo” y “este es un PDM con el que fortaleceremos cada vez más a Villavicencio”. El equipo lacayo del Concejo se dio por bien servido con su insignificante incidencia: cuatro metas adicionadas, una suprimida y un poco más de cincuenta modificaciones por eludir el Kit de Planeación Territorial del DNP. Finalmente, el Plan de Desarrollo Municipal fue aprobado como símbolo de que la puesta en escena había llegado a su apogeo.

*Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición del medio.

David Díaz

David Díaz

Arquitecto, veedor de la Veeduría Popular de Villavicencio y cocreador de Vértice: un pódcast de crítica y opinión sobre arquitectura y ciudad.

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